La tarde llena de luz esta habitación
que parece un zulo sombrío sin tus ojos.
Se llenan mis sueños con tu ausencia,
que no me causa ya ningún dolor.
Sólo esta mortecina espera
que diga que sigues ahí,
entre un montón de versos rotos.
Mi voz no canta esos poemas
y mis manos perezosas emborronan
estas hojas con tinta azul
que se desparrama sin sentido.
Un intento de llenar el vacío
que tengo en el alma y que tranquilice
la pasión que no cesa
y que amenaza con romperme el corazón.
Rafa Marín
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