Pasas otra vez la tarde
de esta luminoso domingo
sentada frente a la ventana,
leyendo tu eterno diario.
Hoy no te trae más
que amargos recuerdos
de aquellos besos
tan llenos de olvido.
Dibujas su cuerpo a tu lado
tendido y como sus manos
piratas te robaban el alma
despertando este anhelo
que hoy nadie calma.
Cierras los ojos y te ves
corriendo por aquella playa
de infinitas arenas blancas.
Con la felicidad que nada apagaba.
De tu boca se escapa un suspiro
y a la vez una sonrisa se destapa.
Rafa Marín
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