Se asomó la luna
a nuestra noche mágica.
Dos almas desnudas
buscando entre juegos
la paz que necesitaban,
cuerpos sedientos de amor.
Dos corazones que anteponen
la entrega a la razón.
Tu piel de fuego prendió,
en mis ojos su pura llama
en mis ojos su pura llama
y el tiempo ya no pasó.
Levantamos el vuelo
y la noche nos llevó
más allá de las estrellas
en una sola conciencia.
Ajena al resto de este mundo
tan lleno de soledad y dolor.
Rafa Marín
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