La mañana se llenó de encuentros
con voces amigas que me empujan a seguir.
Se llenó de amigos a los que no veo
y que hoy prestan sus oídos a este lamento
que ni yo mismo comprendo.
Suelto de mis manos ya cansadas
el pico y la pala del recuerdo.
Dejé en el frío suelo
de este pozo mis ganas de cavar.
Para poder así comenzar a escalar
las paredes pulidas durante tanto tiempo.
La luz es sólo un punto, pero brilla y me llama.
Como la estrella solitaria que un día
se encendió para mi en el universo.
Ahora la siento, me conforta su mirada.
Los sueños de esta madrugada
fueron amables y por fin la pesadilla
escapó sin decir adiós.
Rafa Marín
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