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lunes, 30 de diciembre de 2019

Calvo

Longevas esta suerte de desgracias,
que sin pelo nos dejan.
Allá,
donde hasta el diablo es joven,
dejé lo mejor de mi cabeza,
la melena.
Suspiros supe despertar y ahora,
entre la testuz y las cejas,
no crece ni la verdad.
¡AY!
Dónde dejó dios su bondad,
que ni el diablo me lleva.

Rafa Marín 

Huele

Huele a casa de pueblo,
a chimenea encendida
y mañanas con niebla.
A la humedad de los campos
y fogones de leña, huele.
Al sudor de tu espalda,
cuando baña mi pecho, huele.
Huele, como huele la paz,
que me acoge en el descanso.
A ribera y carrizal, huele,
a la niñez temprana,
a las sábanas tendidas
y a tu pelo de mujer.

Rafa Marín 

Sobre ti

Contra ti, nada me previno.
Ni la lluvia cuando canta,
ni las flores junto al camino.
No te vi venir en las montañas,
ni en la sombra de los pinos.
Por sorpresa tu mirada,
se clavó en los ojos míos.
Pura como los lirios de agua,
como cielos de azul infinito.
Nadie me supo decir,
que tú eras la mañana,
la luz que brilla en mí.
Ahora, escondido, mi voz calla,
y mis manos sólo saltan,
como las cuerdas del violín.
Melodía que se dispara,
canto que no tiene fin.
Nadie quiso que te mirara,
que mis labios dijeran aquí.
Que eres la más dulce muchacha.
La única razón de mi existir.

Rafa Marín 

domingo, 29 de diciembre de 2019

Reflexiones en la madrugada

Buenas noches a tod@s.

La voluntad es renuncia, un puedo y no quiero que sucumbe. La lealtad mal llevada, como la tentación cuando susurra.

Ella pide amor, pero yo sólo tengo deseo.

Ron y una caricia, como en los viejos tiempos.

No quiero ser tu amor eterno, sólo soy un ave de paso. Un efímero instante, un juego.

Ámame, pero no me pidas tiempo.

La noche es un juego de soledades.

El tacto de una piel trémula y el olor a mujer, nada es más bello, ni más letal.

El desierto está a rebosar de quieros, como un bosque entre la niebla.

Quizás no seamos justos, pero hoy seremos honestos.

¿Quién quiere el premio, si lo que busca es la gloria?

Tu razón y mi sinrazón caminan de la mano.

Somos quienes somos, porque así lo decimos.

Cuando la tentación toma cuerpo, lo mejor es caer y si no, di adiós.

Lobos domésticos, pero lobos al fin y al cabo.

Rafa Marín 

sábado, 28 de diciembre de 2019

Humanidad

De entre las brumas oscuras,
de este tardío amanecer,
surgen las conciencias sin cura,
que nadie verá arder.
Son la hipocresía sin dudas,
la envidia sin placer
y esta cotidiana hambruna,
por no querer nunca leer.
Pistoleros de fácil gatillo,
mercenarios sin piedad
y sin nada de prestigio.
Así que si me apuran, haré,
de mi boca el martillo;
que sea yunque la verdad.
Todos aquí vamos de listos,
hasta quienes nada tienen que contar.
Loas al desequilibrio,
a la más fea falsedad.
Cada cual seguirá con su libro,
páginas vacías,
sin que nada las pueda llenar.

Rafa Marín 

Mi deseo (relato corto)


El nuevo año amaneció como acabó el viejo, en un callejón mugriento, entre cartones húmedos de lluvia y la más dolorosa de las soledades. Al fondo, donde cortaba la avenida, los restos de la fiesta se iban apagando. Miró a sus hijos y sintió pena por ellos.

Con más voluntad que fuerza, despertó a los dos chiquillos, uno de 9 y otro de 7, les dio algo de desayuno, un vaso de leche con pan migado, fría la leche y frío el pan.

Ellos le sonrieron, ella dejo encerradas las lágrimas, pero algo se le partió muy dentro.

La desesperación llamó, como llama la policía cuando te echa de tu casa.

Tomó con disimulo un viejo cuchillo y dijo al mayor:

- No os mováis, que ahora vuelvo.

El chico la miró, con la profunda seriedad de quien sabe lo que es la pobreza, se levantó y tomando a su madre del brazo, casi le grito.

- Mamá, no lo hagas, no queremos que hagas algo malo.

La mujer se desasió, con la poca ternura que aún sentía. Caminó hasta el final del callejón y se dispuso a cobrarse del primero que pasara, el coste de un nuevo día.

Con la mirada perdida y la locura vistiendo sus ojos, esperó a su víctima.

La avenida se iba iluminando poco a poco, pero estaba desierta. Lloró como lloran las madres, desconsoladamente y en silencio. Mil situaciones horrendas pasaron por su mente, y por miedo a perder a sus pequeños, volvió con ellos, abatida, vencida y muerta por dentro.

Sus hijos rieron al verla volver, la luz que en sus caras imaginó, se le llevó el tormento, al menos por un rato.

No sé si fue casualidad, o tal vez ese dios de los cielos. Pero al poco, un vehículo, entrando despacio en el callejón, se detuvo ante ellos.

Se apeó un hombre anciano, dijo algo al conductor y después dirigiéndose a la mujer, le dijo.

- No puedo imaginar, por lo que estás pasando, pero si puedo poner final a esta tortura. Venid, mi casa es muy grande y no hay niños correteando por ella.



Fin

Rafa Marín 


El río

Corre, salta y brilla,
entre los cantos rodados.
Fluye y baña a la sombra,
que en su caudal infinito,
dibujan los álamos.
Llega al fin manso
y sin quejas se hunde,
en la marea de los océanos.

Rafa Marín 

viernes, 27 de diciembre de 2019

Dulce chiquilla

Te miro y te imagino,
pequeña y dulce chiquilla,
en esas manos que no saben,
de la dulzura que te anida.
Te miro y se me parten:
alma y sueños y vida.
¿Cómo no podrán amarte,
si eres el amor que invita?
¡AY!
Que poco saben del arte,
que tu corazón necesita.

Rafa Marín 

Sobre este arco

Bajo el pulido arco,
la luz de otro día,
se va marchando.
Nacen cual melodía,
las estrellas brillando,
los astros diría,
son tus ojos glaucos.
En este lejano arco,
luces y rebeldías,
mi mente imaginando.
Soñarte querría,
tu verdad ir besando.
Sobre este duro arco,
seguiré tu voz esperando.

Rafa Marín 

jueves, 26 de diciembre de 2019

Los equipos (relato corto)


Aquella mañana, el hospital estaba de punta en blanco. Todos esperaban la llegada de los nuevos equipos. Hasta los enfermos  tenían buena cara.

Por supuesto, los camiones hicieron mucho ruido, pero a nadie pareció importarle. Eran los equipos nuevos. Con tanto ajetreo, se olvidaron de servir, comida y merienda. Todo el personal estaba expectante, uno a uno se descargaron los enormes cajones de madera. 

Al llegar la noche, se detuvieron los trabajos de descarga y pusieron un vigilante para que nadie robara aquellos valiosísimos equipos.

Con el amanecer, llegó la lluvia. Llovió todo el día, el hospital cayó en la melancolía y los enfermos volvieron a parecer enfermos. Con esfuerzo y tesón, los equipos fueron apilados en el sótano. A día siguiente, la lluvia continuó cayendo y al siguiente y así hasta que todos olvidaron que había  equipos nuevos.

Una mañana, de forma discreta, llegó un pequeño camión, del sótano sacaron una de aquellos olvidados equipos nuevos, se verificaron los albaranes y el equipo desapareció rumbo a su nuevo destino.

La operación se fue realizando de forma intermitente, tantas veces como equipos había en aquel sótano hospitalario.

El director del hospital, hizo entrega de toda la documentación a su sustituto, él, se jubilaba.

El nuevo director, recorrió plantas e instalaciones, y por fin, decidió solicitar al ministerio la adquisición de nuevos equipos para su hospital.

Hubo de esperar muchos años, pero por fin, aquella mañana, el ronquido de los camiones,  anunciaba la llegada de los nuevos equipos.

Para el día siguiente, el parte meteorológico, anunciaba lluvia.



Fin

Rafa Marín 


miércoles, 25 de diciembre de 2019

Tu silencio

Que duro es tu silencio,
terquedad que atormenta.
Sueño que se volvió tiempo,
porque tu voz no despierta.

Que cruel vive su presencia,
se muestra muro entero,
alto, firme y severo,
en él, no habitan grietas.

Y tu boca, dulce Icor,
enseñorea los diamantes,
que se ríen de mi dolor.

Y yo la quisiera embate,
rugido, trueno y fragor,
y que la noche nos calle.

Rafa Marín 

Sueña el rey

Sueña el rey con su grandeza,
estupideces sin igual,
pues vive de quien desprecia,
sabe que nada se acabará.
Sueña con poder y reinas,
la vergüenza, para los demás.
Mientras no le den feinas,
su mensaje puntual llegará.
Sueña, pues nada le inquieta,
fortunas y posición,
el alma tiene a la venta.
Sueña y sueña un montón,
y me entra a mi la pena,
soñando con la revolución. 

Rafa Marín

Nada

Sobre esta nada de cristal,
oximorones los empeños,
de siempre pedir más,
para nunca tener tiempo.
Jaurías del lodazal,
esparciendo su veneno,
una pasión hecha juglar
y miles que son cuentos.
¿Cuándo todo acabará,
disimulado por mil setos?
Muros altos sin piedad,
escribir siempre con miedo.

Rafa Marín 

lunes, 23 de diciembre de 2019

Dudas

Sobre el petril de este pozo,
dudas con sabor a nada,
una moneda tan gastada,
como el brillo del oro.

Todos cantando a coro,
navajas sin espaldas,
donde quedarse clavadas,
porque son un estorbo.

Dudas que solas llegan,
atrapadas por el tiempo,
mientras la verdad espera.

Así que así me siento.
como un lobo que olisquea,
mientras se está muriendo.

Rafa Marín 

Soledades

Entre estas soledades,
de cristal marchito y,
avejentada necesidad.
Esparciendo pensamientos,
esos que nadie copará,
con respuestas o silencios.
Unos ojos callados,
que sólo saben mirar.
¿Acaso en estas vastedades,
el horizonte no tiene final?
Preguntas que me hago,
cuando te veo llorar.

Rafa Marín 

viernes, 20 de diciembre de 2019

¿Quién sabe? (relato corto)


Soy como un maestrillo viejo y cansado. En lo que me adiestraron, fui el mejor. Como dicen por ahí, un referente. Un gran silencio y demasiados secretos. Hoy, mirando las viejas fotos casi me puse a llorar, como cuando era un chiquillo hambriento y asustado.

Me pregunto si esta ceguera que atrapa mis ojos, no es el justo castigo, por haber visto demasiado. Pero ya todo da igual. Cada atardecer,  cuando cierro el viejo cuaderno y enciendo el único cigarrillo que me dan, pienso.

La vida se portó medianamente bien. Fue un largo y duro camino, tanto, como placentera es esta vejez. Hubo piedras y también yunque y martillo, la necesidad se cebó, pero encontré los mejores amigos, derrocaron por mí, su vida y su piel.

Los recuerdo, tengo de ellos, a veces momentos sencillos y otras, otras un infierno al que volver.

Los vi partir, a cada uno de ellos, sin chistar y sin necios revuelos, madrugadas de la soledad. A veces por la mano del destino y otras por propia voluntad.

Ahora, cuando sobre la almohada me reclino, sus voces siento y las oigo, como al murmullo del mar.

¿Quizás mañana no me levante, quién sabe? Pero la noche me invita a soñar y no tengo necesidad de aullar estos viejos lamentos que tanto tuve que callar. Así, que si me permiten un consejo. Dejen los miedos atrás, elijan un destino al que llegar y con quien compartirlo.

¿Quién sabe? La vida nunca deja de sorprendernos. 



Fin

Rafa Marín 


Soledades

Esta impronta que camina,
con su vals de las aceras,
como frío en las esquinas,
que el alma se le lleva.

Esta necedad que desespera,
partiéndose la espina,
voz que ya no maquina,
porque su hora le llega.

Esta soledad que se rodea,
con mil cantos que aciertan,
sin que nadie hoy le vea.

Esta verdad un tanto incierta,
cuando su mundo recrea,
con las historias que inventa.

Rafa Marín 


Amores

Siempre cantando a ese desconocido,
El amor,
que entre gasas ha nacido,
para partirnos el alma.
Meta que nadie alcanza,
pues una vez nacido,
como un lobo que ha crecido,
de nuestro lado se marcha.
Ayer, que fue jauría de los sentidos,
y hoy, convertido en escarcha,
vuelve a querer, como río crecido,
que todo a su paso arrastra.
Nos rendimos a su sinsentido,
cuando en un cruce de miradas,
unos abandonan su cálido nido,
para cruzar los mares en barca.

Rafa Marín 

Tu suerte

Sin la suerte de ser,
bajo el palio de tu cuerpo,
la montura que deseas.
Voy añorando cada vez,
más tiempo entre letras.
Poesía que quiero conocer,
como sabe la jara de la sed,
como el hurón de la madriguera.
En mis manos poder sentir,
toda tu piel de seda.

Rafa Marín 

jueves, 19 de diciembre de 2019

Un amanecer (relato corto)


Esta historia empieza con una mirada profunda, ese tipo de miradas que despierta la desolación de unos campos yermos y una niebla espesa.

No había nada que mirar, pero él, se sintió obligado a no bajar la cabeza. Todo alrededor era silencio, sólo la mortecina luz del amanecer le hacía sentir vivo. Sabía que ese sería su último día.

- Que triste, morir sin sentir el brillo del sol en la cara, pensó.

- ¿Dónde estarán los viejos amigos?

- ¿También les llegó su hora?

Decidió enfrentarse a su destino, y tomando la espada, avanzó resuelto. Caminó y siguió caminando, sintiendo la humedad de la tierra bajo sus botas, impregnándose de su perfume y cada vez con menos dudas.

El tiempo, que no podía medir, se le antojó liviano y a la vez eterno. Como el batir de alas de un colibrí, atado a su necesidad por el néctar de la flor.

¿Dónde os escondéis, mercenarios Thanos? Grito a la nada.

Su voz pareció hundirse en el gris, como se hunde una gota de rocío entre la hierba, sin eco ni respuesta.

Comenzó a desesperar, nadie sería testigo de su valor, de esa hombría tan laureada en lo remoto de los tiempos.

De pronto, notó como un murmullo, lejos, siempre delante, siempre oculto por la densa niebla.

Aceleró el paso, y casi a la carrera llegó al primer destello de luz. Se detuvo, nunca dirán de él que corrió, y menos cuando es la misma muerte a quien se enfrenta.

Reanudó su paso firme y la luz cada vez más intensa, le rodeó. Parecía que le atravesaba, que se llevaba su alma y absorbía su propia identidad.

- Que tristeza siento, pensó otra vez, nadie está a mi lado, nadie quiere iniciar este viaje de mi mano.

La luz dejó de molestarle, ya no sentía la vida bajo sus pies y de repente todo fue oscuridad.

- ¿Este es el final?

- ¿Así me abraza la muerte?

Comenzó a reír a carcajadas, cuando sintió que una mano tomaba su mano y lo guiaba. 

- No temas, oyó decir, ahora estás fuera de todo sufrimiento.

- ¿Quién eres? Musitó.

No obtuvo respuesta, pero se dejo llevar, como una nube en el cielo se deja llevar por el viento.

Toda sensación, miedo, felicidad o tristeza, desaparecieron. Sólo se dejó llevar, sin más necesidades y sin saber por cuánto tiempo.

Nunca supo en qué momento murió, ni por qué mano. Nunca supo de su funeral ni de los llantos, quizás fue lo único bonito de su muerte, que le sorprendió durmiendo.



Fin

Rafa Marín 


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Mi memoria

Recorre mi memoria el ayer,
trenes que no tienen alma.
Sueño y sin querer,
me recreo en tu mirada.
Los cantos felices sonaban,
como disparos temibles.
Era como ese volver a casa,
de los que no tienen hogar.
Las calles se van alejando,
los gritos ya se perdieron,
en la lejana distancia. 
Rafa Marín 

La gota que colmó la paciencia (relato corto)


Llaman a la puerta, y el anciano, a la vez que grita: ¡Va! Se dirige cojeando hasta la entrada de su casa.

Al abrir, en jovenzuelo de mirada descarada, le espeta.

- ¿No ha visto el cartel?

El hombre le contesta.

- Si, lo leí ayer, ¿pasa algo?

- Que estamos trabajando y cae una gota.

- Pues no he usado el agua, responde cansino el viejo.

El jovenzuelo, se ofrece a revisar la mochila de la cisterna.

- Por si pierde, ha comentado, intentando entrar.

El anciano le corta el paso y cierra con un:

- Ya cierro la llave de la cisterna.

No ha pasado ni una hora, cuando el jovenzuelo, vuelve a llamar.

Esta vez, el anciano no abre, sino que a través de la puerta cerrada, le dice que ya ha cerrado la llave de la cisterna, que él no está usando el agua, y que deje de molestar.

- Pregunte a la vecina, a ver si es ella.

- ¡Joder! Con el viejo de las narices, oye mientras se aleja de la entrada.

Al cabo de un rato, se vuelves a oír golpes en la puerta. El viejo, esta vez no se molesta en acercarse. Sólo evidencia un gesto de cansancio y sigue con lo suyo.

Los golpes habían cesado, pero no por mucho tiempo, al poco se recrudecieron. Hasta se oyó, que alguien reclamaba que se abriera paso a la ley.

Los golpes fueron aumentando, hasta que al final, la puerta cedió.

El primero de los agentes de policía que atravesó el umbral de la vivienda, recibió un disparo en la cabeza.

Todos recularon y el anciano, rifle en mano, se acercó a la entrada. Volvió a cerrar la puerta y la atrancó con un mueble, él cual tumbó sobre ella.

Las llamadas de la policía por megáfono, los gases lacrimógenos, las amenazas, nada sirvió. Al final, un operativo especial de la policía, tomó al asalto la vivienda y el pobre viejo fue abatido.

En la calle, el jovenzuelo sonriente, alardeaba de haber sido el que avisó a las fuerzas del orden.

- Todo por no querer cerrar la llave de la cisterna. Decía...

- La reparación del bajante, era solo cuestión de una hora.

Entonces, acercándose, una mujer preguntó.

- ¿Quiere decir, que el pobre viejo se negó a cerrar el agua de la cisterna?

- Si, respondió el joven, ¿se imagina la estupidez?

La mujer, asombrada y llorando dijo.

- Han matado al hombre por una gotera de la cisterna.

Un periodista, interviniendo, dijo.

- No, lo abatió la policía, porque éste disparó al agente que iba a cerrar la cisterna.

La mujer, mirando al sujeto le espetó a la cara.

- Esa vivienda no tenía agua, le fue cortada hace unos meses por falta de pago.



Fin

Rafa Marín 


domingo, 15 de diciembre de 2019

La justicia (relato corto)


Los muros fríos de estrechas saeteras lo miraban. No era más que un doliente cuerpo esperando a los lobos que lo iban a devorar. La luna se izó en el cielo, la escarcha cubrió su cuerpo, pero no lloró ni gritó cuando sintió los colmillos atrapando su carne. 

Tras las puertas la ciudad velaba, en silencio, quien iba a osar levantar la voz contra la justicia del rey.

En un oscuro y lóbrego aposento, una mujer en silencio lloraba, sabía que no había sido él.

Pasó la noche y despertó la mañana, relucientes los campos de hielo, de la tragedia ningún rastro dejaban. El rey, subió al camino de ronda, quería ver del ajusticiado que quedaba, era su ley y como gobernante quiso comprobar que se ejecutaba su palabra.

Allí, sobre la muralla almenada quedó quieto y demudado. Junto al reo una manada de lobos, descansaba, protegiendo al joven y dándole calor.

Poco a poco las gentes, ante el espectáculo, comenzaron a murmurar.

El rey, asustado ordenó a la guardia que mataran a los lobos y a aquel a quien él había condenado.

20 hombres, armados con ballestas, mato a reo y lobos, ante la protesta general.

La mujer salió de su encierro nocturno y enfrentándose a su marido el rey lo increpó.

- Has matado a un inocente, pues tú fuiste quien robó los tesoros de la iglesia. 

El rey la miró desdeñoso, hizo un gesto a un soldado y este, mató a la mujer de un espadazo.

El tumulto de las personas se elevó hasta lo alto de la muralla.

El rey, furioso, levantando las manos dijo:

- Esta es mi justicia, quien ose contradecirme, que dé un paso al frente.

Se hizo el silencio, los guardias apuntaron a la multitud y esta dio un paso atrás asustada.

Era la justicia del rey y nadie osaría protestar contra ella.



Fin

Rafa Marín 

sábado, 14 de diciembre de 2019

Mi palabra

Poder y gloria entretenida,
entre cuatro letras sin papel,
ilusiones al viento tendidas,
¿qué tengo mejor que hacer?
Mi voz ya recorre las avenidas,
claroscuros del placer,
alma que nació ya vencida,
como caballitos del carrusel.

Rafa Marín 

¿Patria?

Ya tantee el ambiente,
de la fugaz mañana,
entre frío y ausencia,
que mi cuerpo siente,
rescato cuatro canciones
y a una mujer valiente.
Este pueblo que declina,
como un loco sus intereses,
quiere poner cortinas,
para que la luz no entre.
¡Hey! Tus ojos no miran,
eres esa puta corriente,
descendiendo la cima,
arrastrando doliente, 
todo lo que sea una vida.

Rafa Marín 

viernes, 13 de diciembre de 2019

ojos míos

Si estos ojos míos,
de la vida hablar quisieran,
tan llenos los tengo de olvidos,
que quieren ser marea.
A veces, a mirarte los castigo,
para que de una vez aprendan.
Que de tanta belleza ser testigos,
no es ninguna pena.

Rafa Marín 

La libertad

Siempre exigiendo,
sangre y sufrimiento.
Insaciable cual hacha,
que tala en los inviernos.
Ora hombres y alambre,
ora testigos del silencio.
Tan precaria y altiva,
como suelen ser los sueños.
¡La libertad!

Rafa Marín 

El silencio del poeta

Si acaso otra vez,
mis pies descalzos tocaran al mar.
¿Recibiré sin querer su abrazo?
¡Oh!
Venturosa dicha de los llanos,
tierra siempre sin regar.
Cajón hondo cuando es páramo,
desconsuelo que os llegará.
Azotada por los vientos,
mi voz mañana cesará
y quizás se alcen duros,
ayes y puros lamentos.
Pregonad hoy esta dicha,
que es del poeta su voz.
Sinceros nacen sus versos,
cristal más puro no halló,
sino esta palabra sin pecho,
melodía que se le acabó.

Rafa Marín 

A la muerte

Ella no necesita perdones,
es esa sonrisa siniestra,
que arrastra a los corazones.
A veces viene con ausencias y,
otras a manos de pelotones.
Siempre a su labor dispuesta,
rendición sin condiciones.
No importa a la hora que venga,
ni cuales fueron tus acciones.
Sobre tu hombro su mano negra,
será lo último que reconoces.

Rafa Marín 

Infierno sin gloria

Este infierno sin tu gloria,
mil condenas en mi cuerpo.
Tú, flor tan hermosa y yo,
que en mi piel no quepo.
¡Ay!
Labios que sobre pétalos se posan,
como abejas en los almendros.
Yo pidiendo que marzo venga,
y tu mirada que se volvió hielo.

Rafa Marín 

A tus ojos marinos

A tus ojos marinos,
acuarelas sin igual,
sueños de mi condena,
que no miran al mar.
A tus labios amapola,
a tu pecho de verdad.
Estas parcas letras,
frágiles como cristal.
La sangre que me condena,
serte amante sin llegar,
a tu piel en un instante,
para ahí poderme quedar.

Rafa Marín 

Solitaria aurora

Que triste esta aurora,
lejana de los amoríos.
La cama que te sobra,
porque la mitad es rocío.
Que triste esta mi boca
y mis ojos que sombríos,
estas ideas que por locas,
se llenaron de vacío.
Ayer, cuando éramos:
Tú, ola y yo, esa roca,
entregada al mar bravío.

Rafa Marín 

A un pino que podaban

Cercenadas tus alas,
de natural y salvaje belleza.
De ti, el hacha, ¿qué deja?
Una esculpida copa desnuda,
que con el viento se balancea.

Rafa Marín 

Desde esta ventana

Desde esta ventana que se asoma,
a un mar de azoteas,
miro de los pinos sus copas,
jugando a bailar con la brisa.
La plaza que todo lo perdona,
está callada y mustia,
ya no hay bancos ocupados,
sólo el rumor de la lluvia.
Desde esta ventana,
que quiere ser canto a la vida,
miro la ausencia callada,
de lo que ayer fueron
trinos de golondrina.

Rafa Marín 

lunes, 9 de diciembre de 2019

La mariposa (relato corto)


La pequeña ramita tembló un instante, el capullo que de ella colgaba se estremeció, una, dos, tres veces. Se agrietó y poco a poco del interior fue saliendo la mariposa. Al principio, sólo era un pequeño cuerpo alargado y una diminuta cabeza. Entonces comenzó el milagro. Se empezaron a desplegar sus alas y a la vez iban tomando firmeza y color. Era una mariposa hermosa, con un dibujo en sus alas espectacular, de colores metálicos y una intrincada filigrana.

Tras cuatro horas, se sintió preparada y empezó su nervioso vuelo.

Se posó sobre su primera flor, parecía que esta la estaba esperando, una orquídea majestuosa, de un blanco puro y con su estambre henchido de polen.

Desplegó su lengua y comenzó a alimentarse, era ajena a cualquier otra cosa en primer instante.

De repente, sintió una sombra moverse alrededor, se elevó en tenaz vuelo, pero no tuvo suerte, quedó atrapada en el caza mariposas.

Con exquisita delicadeza, unas manos diestras la liberaron de la red y la depositaron en una caja.

La mariposa se quejó de su suerte, y cuando ya sólo esperaba morir, fue liberada en un invernadero.

- Aquí serás feliz, oyó decir al humano, lejos de los predadores.

No pudo ser más feliz, a su alrededor, cientos de mariposas revoloteaban de flor. Todas eran hermosas y todas parecían felices.

Los días fueron pasando, creció y pronto fue una magnífica mariposa, se sentía bien y confiada, vio venir al humano y desplegó toda su belleza agradecida. Este, alargó la mano y la mariposa al percibir el gesto, se posó en uno de sus dedos.

Los ojos llenos de alegría de su benefactor, la hicieron feliz.

De pronto, sintió un dolor agudo, nada más.

Con sumo cuidado, el entomólogo, tras atravesar el tórax de la desdichada mariposa con un alfiler, primero la clavó a un corcho, luego la roció con laca y después la enmarcó. 

Era su más valioso ejemplar.



Fin

Rafa Marín 


El viajero (relato corto)



Miraba al horizonte con una sonrisa perdida, como miran los niños por la ventana los días de lluvia.



Siempre quiso saber de allende los mares, pero perdió la edad trabajando la tierra, que siempre fue parca y miserable. Ahora, liberado del yugo y a veces muy cansado, rondaba la playa cada amanecer.



Quería saber de monstruos y sirenas, de piratas y por qué no, de trinquetes, cofas y galernas. Suspiró, había llegado tarde.



A lo lejos vio como una vela blanca se acercaba, con la parsimonia de las olas en un mar en calma, lenta, pero constante. 



- ¿Quién gobernará el timón? Pensó mientras volvía a sonreír.



Se sintió cansado y decidió volver, pero el banco al sol lo invitó.



- Será sólo un instante, dijo para sí.



Con paso torpe pero calculado se dirigió hasta él, se sentó y cerró los ojos.



En ese momento oyó la voz.



- Hey viejo, ¿no quieres venir?



Levantó la vista y la miró, entre incrédulo y satisfecho. Alta, guapa e irresistiblemente apetecible y, le tendía la mano.



Se puso en pie y dejándose ayudar, subió al bote que lo llevaba al velero.



No preguntó, no hacía ninguna falta. Comenzaba un gran viaje y no iba a buscar ninguna excusa. Ya imaginaba las olas rugiendo en la quilla y los delfines como una guardia de honor jugando a los costados.



La noche llegó y un par de marineros se acercaron a aquel banco, donde un viejo se recostada con los ojos cerrados.



Al poco de dar la alerta, llegó la ambulancia. No había nada que hacer, llevaba varias horas muerto.



- Al menos parecía feliz, comentó un policía al cerrar la trasera de la ambulancia.



- Si, contesto su compañero, como si estuviera a punto de iniciar un gran viaje.







Fin



Rafa Marín 



domingo, 8 de diciembre de 2019

A una vida disoluta

Saber que sin querer me voy,

como niebla en la dulce tarde,

llama que sofocada no arde,

como la sombra eterna del coy.


Asirme a la verdad de lo que soy,

ramas que en mis manos se parten,

vacíos insondables no falten,

que me señalen al caer donde estoy.


La justicia me buscará implacable,

reposo que mi alma no reclama,

esa es su fama y no es plegable.


Fortunas sin pudor dilapidadas,

en placeres de un alma infatigable,

que ante la parca paz reclama.

Rafa Marín 

sábado, 7 de diciembre de 2019

Morir

Morir y sin saber, seguir siendo,
como un viento en la pradera.
Ola de briznas verdes,
sueño que no regresa,
una soledad que no tiene sombra.
Correr sin una causa justificada,
llenando los trapos, 
ondeando en las banderas.
Para acabar siendo olvido,
en las cumbres nevadas.
Morir siendo risa en las quebradas,
bruma entre los pinos
y oda en la distancia.

Rafa Marín 

viernes, 6 de diciembre de 2019

A Thomas

Ahora que sobre el éter viajas,
sinrazón de la vida que te lleva,
se queda este mar de alas blancas,
sin la verdad de tu presencia. 
Partir y con el ir, quebrarse,
en este adiós sin esperanza,
donde te recordamos con la pena,
de nunca más volver a abrazarte.
Con más corazón que cabeza,
nos reúnes a tu lado un instante,
en el que sólo tú no eres presencia.
Te decimos, ¡Thomas, hasta siempre!,
aunque el alma se nos encoja, 
porque hemos de seguir adelante.

In memoriam

Rafa Marín 

corazón, no duelas

Emparedado corazón, no duelas,
que son para ti el mejor abrazo,
el frío de estas duras piedras.
Quisiste al mundo en tu regazo y,
en tu cuello es una gran muela.
Emparedado corazón, silencia,
cada suspiro que en ti crezca,
no despiertes al frío ocaso,
ni a las nieves que son eternas.
Naciste de la soledad sin abrazos,
así que entre las piedras, espera.
Ningún día nace sin su final,
todos son flor que se marchita.
Mientras el tiempo les llega,
lucen en el jardín su belleza,
sin tener a su lado otra igual.

Rafa Marín 

Irse

De este horizonte que ya espera,
cuando el sol es en mi espalda,
una terca sombra que se aleja.
Viajar sin mirar atrás, espada,
que enfundada en mi pecho, mata.
Juegos de mi vida que te espera,
la verdad del amor que nos ata,
sus inquebrantables lazos de seda.
Y no hay otra verdad sin falta,
mi voz cuando se llena de pena.
Quise al poeta emular, sin gracia,
nunca fui de muchas letras,
de mi corazón parten las palabras,
suspiros que ni siquiera niegan,
este dogal convertido en rama.
Así que cuando la luna salga,
levanta tus ojos, que el cielo llenan,
haciendome feliz en cada mirada.

Rafa Marín 

jueves, 5 de diciembre de 2019

Dormir

Bajo el mármol pétreo domir,
en la silenciosa loma,
rodeado de hierba
y bañado por la lluvia.
Sentir la paz que nunca llega
y rodeado de silencio descansar,
este cuerpo tan marchito
y su maldita conciencia.
Dormir en los abisales fondos,
de oscuridad completa,
como duerme la brillante arena.
Dejar que se descarnen mis huesos,
bendita sonrisa de la calavera
y en las cuencas sin mirada,
ver la verdad que a todos llega.

Rafa Marín 

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Hay días

Hay días en los que el pasado te alcanza,
y te vapulea, como a un pelele
en la puerta de una discoteca.
Es como el gigante,
que te salta sobre el pecho desde encima de la mesa.
Pero no quieres huir, al fin y al cabo,
te educaron para la pelea.
Hay días que son así,
la calma antes de que llegue la tormenta.

Rafa Marín 

viernes, 29 de noviembre de 2019

El ternero (relato corto)


Se afanaba con el cuchillo, mirando a derecha e izquierda constantemente. Se podría decir que de su celeridad dependía la cena de hoy y la comida de mañana. A lo lejos, una pareja de la guardia civil, se recortaba sobre la loma.

Sonrió satisfecho, desde allí no podían verlo.

A lo lejos, más allá de la curva que describían las vías del ferrocarril, sonó un largo pitido. Con presurosas manos, guardó su botín en el saco de arpillera y se lo echó a la espalda. Miró desolado lo que allí quedaba, para cuando volviera, no podría aprovechar nada.

Descendió el bancal y se perdió entre los chopos que flanqueaban la corriente mansa del río.



Algunos meses antes.



La vida por aquel entonces, no es que fuera dura, simplemente distaba mucho de ser vida. La muerte de su madre y la repentina desaparición de su padre, los había dejado a merced de su propio instinto. Él y sus dos hermanas más pequeñas, asumieron el trabajo de la granja: cuatro gallinas, un cerdo, una vaca con ternero y un huerto pelado ya de sus viandas.

Azada en mano y poniendo en práctica lo que había aprendido, se esforzaba en su necesidad, más por amor a sus hermanas que por el gusto de hacerlo, trabajaba de sol a sol, tenía 10 años.

Los días pasaban, lentos y agotadores, pero nunca fue de dar un paso atrás.  Como vivían lejos del pueblo, nadie se preocupó por ellos o su bienestar, la distancia es siempre la mejor de las excusas.

El huerto, quizás apiadada la tierra por tanto sudor infantil, fue generoso y no faltaban a la mesa, tomates, lechugas, pimientos y demás hortalizas de temporada.

Las gallinas ponían huevos, pero no aumentaba el gallinero, así que el chico, decidió tomar prestado un gallo, por unos días se dijo, mientras volvía a la carrera con el emplumado macho en una talega.

Se acercaba el otoño y con él las lluvias y el frío, así que, hacha en mano, cada noche se dedicaba a desramar todo árbol grande en el que durante el día se había fijado.

Olivos, alcornoques, chopos, pinos y traviesas de la vía o de las cercas que guardaban las grandes manadas de vacas bravas que circundaban su pequeña propiedad.

Una mañana, amaneció con una capa de escarcha que cubría el pequeño campo de alfalfa, miró al establo y se sintió con ganas de jugar, así que soltó al ternero y comenzó a correr a su lado. Estaba tan ensimismado, que volvió a ser niño. Sus pasos lo guiaron junto con el ternero hasta la vereda que discurría escuálida junto a las vías del tren. Sólo cuando sonó el pitido tomó conciencia. El ternero se había puesto a ramonear la verdolaga y la espinaca que crecía en el balasto. Corrió hasta el animal, pero este asustado por el crujir de los rieles, emprendió una alocada fuga hacia la curva por la que estaba a punto de aparecer el tren. Sucedió lo inevitable.

El tren se detuvo con el ternero bajo sí, un hombretón bajó de él y entre maldiciones tiró de una pata del vacuno muerto. Luego desde uno de los postes efectuó una llamada, comunicaba el accidente.

Las palabras Guardia Civil y denuncia, resonaban en su cabeza cuando el tren se alejaba.

Corrió a la casa y regresó, con un gran cuchillo y un saco. Pese a la desgracia, el hambre no entiende de sentimentalismos.



Fin

Rafa Marín 


miércoles, 27 de noviembre de 2019

Cansancio

Estoy cansado,
paseos sin destinos,
junto a la orilla del mar.
Estoy cansado,
torpes ojos lastimados,
no me pueden ayudar.
Estoy cansado,
de pitidos en mis oídos,
incesante rugido que callar.
Estoy cansado,
de los días sin tregua
y esta locura de boca,
que no se quiere callar.
Cansado, cansado, cansado.

Rafa Marín 

La verdad de mi boca

La verdad que me devora,
maldita distancia cruel,
ya está llorando mi boca,
por lo que de ti quiero saber.
Escondidos en un rincón con copa,
un piano y quien sabe qué.
Vendrán después ideas locas?
Quizás quitarte la ropa y,
poner mil besos sobre tu piel.
Si, mi voz tu nombre no nombra,
estas cosas del querer,
que si por mi fuera,
a tu ventana corría ahora,
para volverte del revés.
Cuerpo que imagino de ánfora,
donde calmar mi insaciable sed.

Rafa Marín 

martes, 26 de noviembre de 2019

Una historia (relato corto)


Apenas levantaba un metro veinte del suelo, pero estaba harto de que le pegara a su madre y a él. Sabía dónde estaba la escopeta y sabía que todo acabaría aquella noche. Con miedo y con sigilo, tomó la escopeta y la cargo, levanto el arma y apuntó. Luego, llorando en silencio, dejó de apuntar, salió del cuarto y dejo la escopeta en su sitio.

Si hubiera disparado, su madre habría sido alcanzada por las postas, quizás otro día se presente la ocasión.

Su vida y las palizas continuaron, muy a su pesar. Pero el trabajo y los años, poco a poco, fueron dándole esa insolente dureza de quien ya nada teme.

Al cumplir los catorce, su padre, como otra tarde cualquiera, llego, henchido de furia, empapado en alcohol y con ganas de fiesta.

El niño, adivinó con solo levantar la mirada todo lo que se avecinaba. Estaba cansado de aguantar, en su interior se dijo basta y asumiendo que la paliza sería inevitable, se colocó entre su padre y su madre.

- ¿Qué? Le espetó su padre. - ¿Tú también quieres lo tuyo?

Miro a su padre y sonriendo, apretó los puños.

- Lo de pegar a mi madre se ha terminado.

Se sorprendió por la frialdad que le embargaba, se sentía fuerte y delante de él, sólo había un viejo borracho.

Su padre se abalanzó decidido y seguro, no esperaba que un niño lo detuviera.

Fue su principal error, el niño ya no era un niño, sino un pequeño hombre, duro como la piedra y dispuesto a todo.

Cuando fue rechazado en su acometida, el padre se volvió ciego; su segundo error.

El chico conocía todos los movimientos de su padre y sus puntos flacos. Atacó.

Tras un breve pero preciso aluvión de golpes, el padre quedó tumbado, sorprendido, humillado...

La sucesión de acontecimientos le desbordó. Policía, familiares que no sabían, un juez más aburrido que justo y después el castigo legal. Nada le importó. Su padre no volvió a pegar a su madre. Había merecido la pena.

Dejó pasar algún tiempo, y transcurridos dos años, se fugó del centro y escapó de su país. Llegó el hambre, pero la sensación de libertad, compensaba las privaciones. Llamaba con regularidad a su madre, más por tranquilizarla que por necesidad.

Al cumplir la mayoría de edad, decidió volver, ahora era legalmente dueño de su vida.



Fin

Rafa Marín 


Irene

Siempre tan paciente y callada,
a veces para mi casi ausente,
porque de ti, casi no se nada.
Pero aquí estamos, para despedirte
y en unas pocas letras rimadas,
desearte paz de todo corazón.
No te supe ver cuando trabajabas,
en ese mostrador sin alma,
en el que hacías tu gran labor,
siempre para mis ojos de espaldas.

Con mis mejores deseos.
Rafa Marín 

Infatigable compañera

Infatigable compañera,
de estos puertos de secano,
siempre lista para la guerra,
en la que el pan nos ganamos.
Tan menuda y tan inquieta,
con tu presencia esta estación,
siempre estuvo en buenas manos.
Hoy te decimos los presentes,
ánimo Pilar, ahora tuyo es,
el descanso de este bregar,
que cada día nos quita el tiempo.
En los amaneceres que llegarán,
en tus ojos seremos recuerdos:
así que conserva los buenos
y deja los malos atrás.

Con cariño.
Rafa Marín 

lunes, 25 de noviembre de 2019

Adiós mamá.

Nos sorprendió la noche,
la suerte te vino a buscar,
para llevarte muy lejos.
¿Qué podria decirte mamá,
sin que las lágrimas bañen mis ojos?
Aún siento tus manos temblar,
cuando presa de tu afán,
nos preparabas el desayuno.
Ahora que ya no volverás, 
quiero recodar los felices momentos;
con esa disposición natural,
para dar amor a tus nietos.
No quiero entretenerte mamá,
la vida tiene esos encuentros,
nosotros nos quedamos atrás,
mientras tu te marchas muy lejos.


In memoriam

Rafa Marín 





domingo, 24 de noviembre de 2019

Como duele

Como duele no poder olerte,
no saber de ese perfume,
que tras el lóbulo de tu oreja,
con tu pelo se funde.
Como duele no llevar,
de carmín tu tatuaje,
cual bandera que reluce
en mi camisa y me delata.
Como duele de ti no ser contable,
para con mil suspiros perderme,
dentro de tu piel y sus dorados.

Rafa Marín 

Agotada

Por mil soles agotada,
vida que nunca fue noble,
cayó entre los rojos robles,
que asoman por la muralla.
Nadie la tapo de la escarcha,
que hoy cubre su espalda.
No fuiste mala, no llores,
porque pasan todos los dolores,
cuando la vida se acaba.
Ahora que tu cuerpo descansa,
entre estas maderas pobres,
que serán cenizas en la mañana,
de tu recuerdo haré los sones,
que cantarán miles de gargantas.

Rafa Marín 

En estas sombras

En estas sombras que despiertan
sobre las hojas del parque,
lágrimas de tinta y el miedo a no ser.
Dibuja mi memoria renglones
que nunca serán papel.
Ora tenue canto,
ora grito cruel,
me he muerto hace tanto... 
Ya nadie me llora,
ni mi alma recuerda el ayer.

Rafa Marín 

No puedo escribir

No puedo escribir lo que ya es.
Su mirada encendida, su boca golosa,
sus manos inquietas sobre mi torso.
No puedo escribir lo que ya es.
Sus caderas suaves, sus pechos que bailan,
su ser que me goza, encendida pasión.
No puedo escribir lo que ya es.
Su mente perversa, su risa de niña,
este amor que todo lo es.

Rafa Marín 

sábado, 23 de noviembre de 2019

Temblaba

Apoyado en la pared temblaba,
como solo puede temblar un flan,
en mitad de un terremoto.
Recuerdo su mirada perdida
y su cámara sacando fotos.
Era mayor y no hablaba,
más viejo que nosotros,
pero inquieto nos miraba,
como si fuéramos monstruos.
La risa de las muchachas,
tan brillantes como el oro,
pero él sólo temblaba.
Saltan al aire los escombros,
los que reímos somos nosotros,
es una ciudad en guerra,
y va a acabar con todos.

Rafa Marín 

Una mañana de otoño

Con las manos temblando
y el alma encogida,
como un perrillo atado
al pie de una carretera;
así me encontró.
Con la boca muda
y una historia que contar.
Saciado de sangre y odio,
cansado de vivir y de esperar.
Fue una mañana de otoño
y por vez primera,
no estaba junto al mar.

Rafa Marín 

Calvario de esquina

En esa esquina perdida,
donde la cera cruje al pisar,
hay una cama extendida,
cuatro cartones nada más.
Un joven que de frío tirita y,
una madre no para de llorar.
El azahar que al amor invita,
la luna en su santo portal.
Salen de entre las sombras,
jauría de sangre sedienta,
soeces labios los nombran,
noche de agonía perfecta.
No importa que ellos corran,
madre e hijo morirán igual.
Los matan frente a la iglesia,
cuatro calles más allá,
al fondo los tambores redoblan,
es la fe que pide cantar.
La madre que ya no llora,
levanta las manos para implorar,
la justicia que nunca llegará.
Todo pasó en esa esquina,
que los capirotes ignoran.
Mientras mecen a la virgen,
una madre a los asesinos de su hijo 
sobre la cera fundida implora.

Rafa Marín 

Tu oscuridad

Tu oscuridad,
es un silencio,
escondido en la piedra,
como un desfiladero,
que envejece sin eco.
Un reloj que se olvidó
de medir el tiempo.
Tu oscuridad,
los pasillos perdidos
de un frío cementerio,
lápidas sin nombre,
bordadas con hierro.
Tu oscuridad,
velas en alta mar que,
se quedaron sin viento
en mares sin olas;
una playa en el desierto.
Tu oscuridad...
Tan densa y tan altiva,
tan llena de mis miedos.

Rafa Marín 

viernes, 22 de noviembre de 2019

Bajo estos cielos

Bajo estos cielos
de la insensatez,
tantas horas perdidas,
sin espejos donde poderse ver.
Sobre este albero,
camino sin su Alicia,
piedras sin dueño,
soledad entre la noche
y el cruel amanecer.
Voy, más por inercia,
que por querer,
quemando primero las suelas,
para quemar luego los pies.

Rafa Marín 

Un puente (relato corto)


A lo lejos lo vio, una tosca y negra estructura de hierro. Apenas medio metro más ancho que el tren que lo cruzaba.

Situado sobre la angosta garganta, separaba más que unía a los dos países. Fue el fruto de una amistad ya olvidada, un mudo testigo de la falta de voluntad de los hombres.

Tanto a un extremo como al otro, sendos cementerios homenajeaban a los que perdieron su vida para dar vida a su intención.

Podría decirse, que su principio y su final, estaban coronados por la muerte.

Desenvolvió la manta de viaje, su eterna compañera, la extendió en el suelo y fue colocando sobre ella el material que iba a utilizar.

La orden fue clara, no debía quedar en pie, sin posibilidad de una reparación rápida y sin dudas sobre quien lo hacía.

La noche se acercaba, con la lentitud con la que llegan las hojas al meandro al final del verano.

Estudió las columnas y cuál era la manera más fácil para la voladura. No tenía prisa, no sería la urgencia quien hiciera fallar la explosión.

Durante la noche fue transportando las cajas de C-4, ocultándolas de miradas indiscretas, fue una noche larga y fatigosa, pero la línea gris del horizonte le sorprendió a la vez que le hizo sonreír.

Tapó todo con la red de camuflaje, destapó la pequeña trinchera y se acostó en ella, se tapó y durmió, como duermen las gacelas o los pájaros bajo la lluvia, con esa sensación de que alguien le atacará.

El día va pasando, la ansiedad aumenta y mirando desde su escondite los ve venir. Son un pequeño grupo de jóvenes, chicas y chicos que ríen felices.

Se asusta y salta fuera, con una pistola en la mano y un grito en la boca.

No oye el disparo, nadie lo oye. Los chicos huyen gritando, han visto a un hombre salir de la nada, armado. Nadie vuelve la cabeza, solo corren gritando.

Al día siguiente, la policía recorre la zona, no encuentra nada, sólo un pequeño hueco en el suelo y tierra removida.

Entregan el informe e inmediatamente, el ejército ocupa el lugar.

Del otro lado del puente llegan los sonidos de camiones. Son como una advertencia, no nos iremos de aquí.

El puente sigue en pie, ahora, semi oculto por la niebla, parece más triste y abandonado.



Fin

Rafa Marín 

jueves, 21 de noviembre de 2019

Ser

Ser entre las veredas,
uno más.
y por eso no querer,
de esta funesta causa,
rama que a de prender,
en el fuego de tu casa.
Porque sin nada entender,
quiso la vida que pasa,
quizás para mi aprender,
darme una de bala rasa
y en este mar perecer,
por ti y por las alas,
de una mujer que aguanta,
de mi boca este saber que,
por no ser amadas mueren,
las más hermosas hadas.

Rafa Marín 

Hoy

Hoy,
mientras caminaba,
vi el romero en flor
y las hojas de la carrasca,
con un verde que brillaba.
Los pinos achaparrados
y a lo lejos,
una ciudad que despertaba.
Hoy,
sentí en mis huesos,
la necesidad que me llamaba.
La brisa que me acompaña me trajo tu recuerdo,
despertando una lágrima.
Hoy,
quise marcharme lejos,
allí donde duermen las hadas,
pero no había un espejo,
que quisiera mi alma.

Rafa Marín 

domingo, 17 de noviembre de 2019

Rocío

De entre la nada apareces,
como una llama que no arde,
aunque bajo el sol eres todo brillo.
Cubres con tu estar flores,
briznas y hasta el plumaje
de los pájaros dormidos.
Eres a veces minúscula gota
y otras un mar en la pradera.
Eres tan sutil que,
te pusieron por nombre Rocío.

Rafa Marín 

Miro tus ojos

Miro porque la curiosidad me llama,
el fondo de tus ojos dorados,
ese ron que calienta mi garganta.
Me dices si con la mirada
y tus manos trémulas,
son la vida que a mí se abraza.
Ya no hay en mi diario desatinos,
ni viejas calles en llamas.
Sólo este mar tranquilo,
de cálidas y mansas aguas.

Rafa Marín 

La película (relato corto)


Joker, El irlandés.

Son las 6 y media y me preparo para ir al cine, llevo toda la semana esperando para ver la película. JOCKER.

En Sitges solo hay 2 cines, uno está a un paso de casa, el otro a 2. Hace frío y salgo bien abrigado, después de la película he quedado para cenar con mi mujer, el crío y unos amigos, tenemos mesa para las 9, llegaré tarde, pero se me consiente, son los mejores.

Como decía, voy camino del cine, y, ¡joder! No tengo tabaco.

Me acerco a un estanco y me proveo de un par de cajetillas, me siento feliz y confiado cuando enciendo un pitillo.

Estoy en la calle Jesús, derecha o izquierda, hace frío, miro a la derecha, y me acuerdo de la película.

Curiosamente, no sé como catalogarlo, soy incapaz de recordar cuál de los cines es cada uno. Y eso que llevo casi 19 años viviendo en el pueblo, pero hace frío y ya estoy ...justo de tiempo.

Doblo una esquina y veo gente, me temo que no va a haber entradas, sorteo con habilidad a los presentes y veo que la taquilla está sin cola.

- Un adulto, por favor.

- Hola, Rafa. Me contesta la taquillera, te va a gustar.

Llamo a mi mujer, pero no me contesta.

Aparece el acomodador y la gente comienza a entrar, mi mujer me llama, justo ahora, la despacho rápido.

- Cariño, estoy entrando en la sala. Para mí, pide pescado, ya sabes amor, que sea salmón o atún.

- Ya me dices como es la película. Dice mi hermana que es fuerte, ya sabes no te contagies con el JOKER.

Me gusta estar cerca de la pantalla, 6° o 7° fila, pero hay mucha gente y tiene que ser la 4°.

Me siento y enseguida me rodean señoras y señores, todo son abrigos y charlas despreocupadas.

Saco el móvil, me quiero asegurar de inmortalizar el momento.

Joder! Solo me queda el 5 % de batería. 

Pongo el ahorro máximo, lo llevo las gafas de cerca y trasteo para buscarlas, se apagan las luces, se me cae el abrigo, el sombrero, las gafas y el teléfono. 

Como buenamente puedo, recojo todo, las putas gafas, no las encuentro.

La película está empezando, las voces son en inglés, encuentro las gafas y agachado aún configuro el teléfono, no quiero quedarme sin batería.

Por fin me arrellanó en el asiento.

Pero qué coño!, se ve un camión de los años 50.

Muy educadamente, pregunto a la señora de mi izquierda.

- ¿No daban Joker?

Me mira y me pregunta a su vez.

- ¿Entra a un cine sin mirar la cartelera?

No contesto

Un par de filas detrás, un chico y una chica, parlotean divertidos.

-shhh, shhh, shhh

Hay tantos shhh, que parece un escape de gas, pero la parejita no calla.

Me levanto y digo.

- ¿Por qué no os vais al puto bar? Seguro que estaréis más cómodos allí.

Se callan.

La película me atrapa, Robert De Niro, me fascina. Su movimiento de cabeza, la inquietante expresividad de su rostro inmutable. Bueno, ya me he olvidado del puto JOKER.

De repente, el teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo. 

Lo dejo, me encanta ver la mirada de la señora de mi izquierda.

Al poco, otra vez, y otra y otra ...

Me pongo nervioso, no lo puedo apagar, no tiene botón, se le cayó hace como un año y no llevo encima el trozo de plástico con el que me apaño.

Lo saco y agachado en mi asiento y como puedo, envió un WhatsApp ...

- Estoy en el cine.

No sé qué hora es, pero calculo que sobre las nueve y media, debe de estar a punto de acabar la película.

Las llamadas se prodigan sin cesar y la mujer de al lado suspira resignada mirándome.

Estoy tentado a responder, pero después del espectáculo que lié al principio, no me apetece discutir con la parejita de detrás. 

Termina la película y trato de contestar a las llamadas, son casi 40, me pongo muy nervioso.

Llamo a mi mujer, nada. A mi cuñada, a Paco a Irene, José...

Ya en la calle, me llama Paco.

- ¿Dónde cojones te metes?

- Acabo de salir del cine, qué pasa?

- Tu mujer está muy nerviosa y no para de llorar.

- Dónde está, dile que se ponga.

- Tú, quédate dónde estás, voy a buscarte.

- Y una mierda, que me digas que pasa.

Salgo corriendo para.
 el restaurante, el teléfono vibra en mis manos, es mi mujer.

- Dime, cariño, estáis bien?

- ¡Rafa!

- ¿Qué pasa, amor?

- ¿Estás bien? Estaba muy preocupada.

Llego a la calle del restaurante, mi hijo corre hacia mí.

- Papi! Grita de lejos,

Me abraza y yo me siento perdido, confuso y muy nervioso.

Sale mi mujer y me mira, tiene los ojos llorosos.

- ¿Qué pasa? Le pregunto, con suavidad.

- ¿Se puede saber a qué coño de cine has ido?

- ¿Está todo bien?

Aún no sé qué está pasando.

Ella me mira y me abraza, muy fuerte y al parecer feliz. Da un paso atrás.

- Pensé que te había pasado algo.

Le refiero la conversación con Paco, ella me mira.

Sonríe y me dice, estás bien y eso es importante.

Me alargan una caja con una pizza de salmón y una lata de cerveza.

Vamos a tomar algo, dice alguien.

Mientras me como la pizza por la calle, me refiere mi cuñada, que An pensó que me había deprimido con la película o que me había secuestrado, detenido, asesinado y no sé cuantas cosas más.

Ahora estoy pensando en ella, la cama está deshecha y duerme sonriente.

Anoche, tuve que prometer que nunca iría solo al cine.





Fin

Rafa Marín