Buscas consuelo en brazos extraños,
amores de un momento
que parten en la madrugada
como ladrones de almas.
¿Y ahora qué?
Ese mismo vacío
que nunca se ha llenado
y que en la boca del estomago
sientes como un disparo.
Te aferras a tus versos
que nacen como besos,
siempre sin encontrar una boca
que en su alma los quiera conservar.
Dejas pasar los días las noches
abrazada a tu fría almohada.
Un montón de lágrimas
que ya no saltan a tu cara
y queman en tus ojos
de infinita mirada.
Que no darías por ser
por una vez blanco de unos ojos,
que hurguen en tu alma
y te hagan sentirte acompañada.
Rafa Marín
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