Se bañan ahora mis
mejillas
con el llanto puro
del cielo.
El agua se cuela
mojando
mis ropas y mi
cuello,
Despertando al
instante
mi piel y los
recuerdos.
De aquellos días
en los que
en el campo me
ganaba el sustento.
Caminando entre
las ruinas
de aquel perdido
pueblo.
¡AY! que noches
tan oscuras
del despertado y
tenebroso infierno.
Todo eran malos
presagios y sangre
que inocente
bañaba el suelo.
Recuerdos
siempre presentes
y que cada noche
me roban el sueño.
Rafa Marín
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