Siento como van pasando
las estaciones,
no por las paradas,
no por las paradas,
si no por las cambiantes caras
de los pasajeros
que se sientan frente a ti.
La desgreñada melena de un joven
dio paso a un anciano
y luego a una madre y su hijo
que de llanto inundó el vagón.
Ahora sentada está una joven
que con callado interés
va contestando a los mensajes
que recibe mordiéndose el labio
con coqueto y medido gesto.
Me mira y sonríe y yo
le devuelvo el gesto que no siento,
ensimismado en este cuaderno
en el que garabateo versos.
Rafa Marín
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