Te recibo en la habitación del hotel.
Vienes vestida con minifalda
y camisa casi desabotonada.
Tacones tan altos que producen vértigo.
Yo estoy desnudo y llevo en la mano
los grilletes y la correa que deseas.
Te desnudas muy lentamente,
siempre mirando mis ojos.
Con esa sensación de miedo y placer
que sabes lo que me provoca.
Te arrodillas y me esperas.
Avanzó con la seguridad de un dueño,
con mi sexo hinchado.
Que palpitante quiere profanar tu cuerpo
y tu obediente mi ofreces tus manos que ato,
tus nalgas que delicado azoto.
Tus gemidos que me llegan callados
y ya no puedo esperar más.
Rafa Marín
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