Hoy tienen mis ojos sed de tu mirada.
Voy buscándote entre la gente
en esta marabunta que escupe el tren.
Recorro los pasillos llenos de almas solitarias
y todos me esquivan con gestos de estrés.
Persiguiendo ausentes un no sé qué.
Mi corazón añora esos momentos
de suave pausa y tierno querer.
Añora beber de tus ojos melancólicos,
Siempre llenos del lejano ayer.
Tomar tus manos limpias,
que entre lamentos y sangre se manchaban
con las heridas que provoqué.
Te asustaba mi semblante
al volver de cada trabajo.
Me decías que eran mis ojos
los de un lobo saciado y desamparado.
Nos amábamos creyendo
que cada vez sería la última.
Pero siempre volvía a tus brazos,
herido de alma y cansado de ser el diablo.
Recuerdo aquella mañana que tus ojos
claros como el cielo se apagaron con un adiós.
Rafa Marín
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