Domingo y yo aquí,
partiéndome el corazón
contra una piedra.
De qué sirve la razón
si no quiero otra cosa
que tenerte cerca.
Pero fuiste quimera
que mis sueños no quisieron
dejar tras el portal de la noche.
Hoy te digo adiós,
con una mano sujetando
este loco corazón
que se me escapa del pecho
para volar hasta tú presencia.
Que raro, yo ya con tantos años
y temblando,
como un niño muerto de miedo.
Aprendí hace tiempo
que de amor no se muere,
pero niña hoy Tú me estás matando.
Rafa Marín
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