Atrapada estaba en su mundo
de versos que de su boca salían
como del volcán la lava ardiente.
Era tanto su amor
que dentro no le cabía,
marejada imparable
sobre la playa vacía.
Ocupaba el mundo
en el que su sueño vivía
de las más hermosas letras
que al volar eran poesías.
Nunca entendió muy bien
que no existe ningún paraíso
sin la manzana de la tentación.
El era un demonio desterrado
y de su boca los versos
como huevas de coral
en las noches de luna paría.
Los unió el mordaz destino
en una noche de soledad fría.
Ella de amor rodeada
y él añorando la luz del día.
Rafa Marín
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