Ahora mientras escribo esto.
Me basta
cerrar los ojos un momento,
que es sutil
el instante de tu recuerdo
cuando aquella tarde.
¡OH! dioses del cielo
en mi oído
sonó tu feliz de gozo lamento.
Entrelazados
como de métrica perfectos versos
nos unimos
en el puro sentir de besos.
Cada viernes tú venías
con una sonrisa que me iluminaba
al instante el día
y se apagaban
las luces del apartamento
el domingo
que tu hatillo cogías
y buscabas con tus padres el consuelo
que de mí ya no tenías.
¡AY!,
ahora cada mañana lo contemplo
este fruto
del amor que nos tenemos
que reclama
con una risa el desayuno
y que le vista
para ir al colegio.
Rafa Marín
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