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domingo, 21 de noviembre de 2021

Un cielo negro

Un cielo negro y vacío,
porque ya no soy un pasajero.
Nada queda tras este cristal,
quizás unos ojos que están,
también vacíos y muertos.
¿Pero todo se va, qué más da,
si estamos la vida perdiendo?
Ya no queremos arder en esas llamas,
ya todo es un cielo vacío y negro.
Los horas de sol cortas y frías,
como estos días de invierno.
Todo son nubes pasar, tiempo,
el monótono y lento discurir,
de las aguas de este corto río,
que mira al mar entre miedos.

Rafa Marín.

Vendo

Vendo al diablo mi alma,
en infinitos cuadernos.
Hojas de un cerezo,
que en sombras se disfraza.
Vendo mi voz quebrada
y esa resma de mis adentros,
que ya dejó de ser blanca.
Vendo yunque, vendo martillo
y esta incendiada fragua.
Vendo hasta el más puro silencio,
que renegó de ser palabra.

Rafa Marín

sábado, 20 de noviembre de 2021

Murió el asesino

Se hunden sus huesos malditos,
en esa negrura que es la espera,
ya se blanqueó su fría calavera,
nadie le recuerda, se volvió olvido.
Fruto de su miedo fue la guerra,
una muerte que corrió entre olivos.
Hasta de los hermanos fue testigo,
odio que trajo de las cálidas arenas.
No quiso darse por aludido,
aquel que rompió su alta promesa,
proteger con su sangre, ¡lo dijo!
pero su traición fue la más artera.
Que no hablen de él los bellos libros,
que se borren de su nombre las letras.
Nadie pronuncie jamás al asesino,
que destierren de esta buena tierra,
su estirpe y a todo el que lo quiera.

Rafa Marín

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Navegar

Navegar,
partir con el sol de la mañana
y perderme en el horizonte.
Descubrir en la noche el sur,
con otro cielo, con otras estrellas
y soñar con esos rugientes en verano.
Alejarme del sol para ver,
las altas vergas heladas,
como cruces vestidas de armiño.
Navegar y así, cual Odiseo,
alejarme hasta morir.

Rafa Marín

Hay un sueño

Hay un sueño de esperanza,
una palabra pura gritada al viento,
que se vuelve en la piedra claro eco,
alivio para las cansadas almas.

Es este sentir de mi amado pueblo,
que no presume de dioses ni raza,
sino de la verdad que su boca canta,
 llenando el cielo de furia y versos.

Rafa Marín.

jueves, 11 de noviembre de 2021

Hay...

Hay un dolor que me llena,
un futuro que se me escapa
y un niño que mi voz serena.
Hay una pared escarpada,
una rama que será la leña,
que mi alma prenderá en llamas.
Hay un temor que me enseña,
vuelto una fuente tan clara,
que mi boca en él se sacia.

Rafa marin

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Al rojo de la tarde

Al rojo de la tarde,
solo le pido el azul del cielo.
Un brevísimo instante,
disfrazado de mil anhelos.
Corre, corre; que todo arde,
ya nada queda para los versos.
Si acaso, un que nada falte,
un ven porque aún te quiero,
en el que poder enredarse.

Rafa Marín

sábado, 6 de noviembre de 2021

Soneto

Entregada a la única pasión,

de tan ingeniosa esta palabra,

que sin ser la dicha aquí cantada,

nos dará esta noche su colofón.

Bendita sean la luces y trágalas,

en este escenario de  sinrazón,

donde este poeta es el más cabrón,

entre juegos a sí la acercaba.

Todo es bendito espectáculo,

interpretan la musa y el vate,

sueños de una noche de sábado.

Mil ideas para poder enredarse,

entre las lápidas  un fuego fatuo,

y sin ser luz, con estas letras arde.

Rafa Marín

Navegar

Del Argos su vela poder izar,
buscando la eterna aventura,
por ser marinero que hoy jura.
A Jason tenerlo por capitán.
Mirar a Heracles con dulzura,
y sin cadenas querer bogar.
¿Dónde el mar nos llevará,
mientras haya sol en las alturas?

Rafa Marín

Días

El sueño se va, como se van.
estas horas inciertas;
dando vueltas de aquí allá,
esperando lo que no llega.
El libro no dice nada,
la tele es verborrea.
Como un eco sin vibrar,
escondido entre las piedras.

Rafa Marín

Mirar

Mirar, mirar, mirar...
Que lejano siento el mar,
tanto que ni su rumor me llega.
Recuerdo la blanca espuma,
el perfume a sal,
un niño que juega,
pero de su abrazo,
no recuerdo nada.
Tal vez algún temblor,
cuando miro por la ventana.
Soy esa hoja que cayó,
sobre la tierra desnuda.

Rafa Marín

Una ilusión

Me ilusiona esta banal espera,
mirar pueblos al azar
y perderme en vastedades,
que imagino aquí tirado.
Una poblada ribera,
la lejanía del horizonte,
caminando por la dehesa.
Sin poder ya me veo,
con Luna correteando,
mientras en la tarde mi sombra,
es la vida que se va alargando.

Rafa Marín

miércoles, 3 de noviembre de 2021

El actor (relato corto)

Cádiz. Una mañana cualquiera, de un año cualquiera, en la Casa del Almirante.
Salió del apartamento, uniformado, de tras, la chica se apresuraba en silencio.
Jerry, levantó la cabeza y vio a Emilio. Se quedaron mirando. El vecino, alto y delgado, aparentaba ser algo mayor que él.
Bajo el batín, Lucía un pijama amplio de colores chillones.
Con una amplia sonrisa, se puso en pie y mientras sostenía una taza de té con la mano derecha, simuló un saludo militar con la izquierda.
Luego, señalando la mesa, les invitó a compartir el desayuno. 
Jerry, se giró hacia la chica que esperaba, miró el reloj y la chica asintió feliz.
El vecino, salió de la terraza interior y abrió la puerta de su casa.
Le ofreció la mano a la vez que decía.
- Hola, soy Emilio.
- Encantado, Emilio, yo soy Jerry y ella es mi amiga Virginia. 
Se adentraron en la Casa y en el amplio salón, dos mujeres dormían abrazadas en un sofá de tela rojo sangre; estaban desnudas y parecían felices en su sueño.
Ellas, dijo Emilio señalando con la cabeza, son Concha y Concha, viven en los apartamentos bajo el tuyo.
Una vez sentados y mientras tomaban el té, Jerry, explicó la suerte que había tenido al encontrar ese apartamento.
Todo gracias a Virginia, dijo con una amplia sonrisa.
Jerry, pasaba largas temporadas ausente y Emilio por alguna razón sentía la necesidad de saber más de él.
Por fin, una tarde, tras una ausencia de 6 meses, Jerry, asomó por Melrose Place, que era como se conocía ya a aquella terraza interior del edificio.
Emilio quedó muy impresionado al verlo. Jerry, estaba muy desmejorado, muy delgado, usaba bastón y apenas si podía caminar.
Se saludaron con la cabeza, pero Emilio, corrió hasta él. Y como pudo lo ayudó a subir hasta el apartamento. 
Dentro todo estaba perfectamente ordenado y limpio, Jerry se sorprendió un poco, pero Emilio, sonriendo le dijo:
- Virginia viene cada semana y entre los dos, quitamos el polvo. Por cierto, te tomé prestados unos libros.
Jerry lo miró con ternura, una lágrima resbaló por su mejillas y sin decir más, rompió a llorar como un pobre niño abandonado.
Emilio, lo dejó desahogarse, salió en silencio y volvió a su casa y a sus Conchas.
Emilio, del que nada sabemos, era actor. Uno de esos famosos actores, que llenan teatros, cines y calles.
Justo esa tarde, partió a rodar una nueva película y eso lo tendría ocupado unas 4 semanas.
Era bien entrada la noche cuando Emilio se asomó a la terraza, estaba iluminada con farolillos, las dos Conchas y Virginia, bailaban para Jerry, que sentado, reía a carcajadas.
Al ver a Emilio, se apresuraron a recibirle y Jerry, visiblemente mejorado, se puso en pie y se acerco y se dieron un gran abrazo.
Las chicas aplaudieron y una gritó:
- ¡Fiesta!
Licores, drogas, sexo, todo corrió como un torrente desbordado. Esa noche, dios y el diablo lo pusieron todo de su parte.
Al día siguiente cada cual se fue a su casa, excepto Virginia que se quedó con Emilio.
Pasaron un par de días y Jerry llamó a la puerta de Emilio, al abrir, Emilio se sorprendió al ver que su vecino tenía una gran cesta de mimbre y madera en las manos.
Jerry le espetó.
- ¿Tienes coche?
- Si, claro. Contesto Emilio. 
- Vamos pues, dijo Jerry sonriendo.
Emilio condujo hasta las calas de Roche, durante el camino no hablaron, simplemente oyeron música.
Se miraban de forma furtiva o desentonaban con algún estribillo.
El aparcamiento estaba vacío, salieron del coche y Emilio esperó a que Jerry le guiará.
Bajaron por una escalinata de madera que salvaba los 10 metros del acantilado. Al fondo de la cala había un trozo de arena seca a la que la marea no alcanzaba a rozar.
Jerry desplegó una amplia manta y sobre ella puso dos copas, una botella de vino y algunas fiambrera con comida.
Emilio, sonreía expectante, saboreando de ante mano lo que ya imaginaba que pasaría.
Se sentaron y disfrutaron de la comida y la bebida, de las miradas y de ese amor que se tenían.
Jerry se acercó a Emilio, acarició su mejilla y la besó.
Emilio quiso devolver el gesto, pero Jerry, apoyando su mano en la boca de Emilio, repuso.
- Querido amigo, te amo, pero no como tú necesitas.
 Emilio, un poco triste sonrió y levantó la copa de vino.
- ¿Hermanos? Preguntó.
- Por la amistad, dijo Jerry.
Continuaron hablando y riendo, luego se bañaron desnudos en el mar.
Al atardecer, cuando ya volvían, Jerry dijo con voz pastosa.
- Sabes, en unos días he de irme otra vez, no sé cuándo volveré, si ocurre algo, he pedido que te informen.
- Emilio, dejo escapar una lágrima pero no dijo nada.
Jerry, se marchó una madrugada.
Los días pasaban y Emilio, aceptaba los trabajos como actor. Se veía con Virginia y las dos Conchas, decidieron vivir juntas. Otra Mujer ocupó el apartamento que una de ellas había abandonado. Pero el tiempo pasaba y Jerry no volvía.
Emilio, gracias a la confesión de Jerry, permanecía tranquilo. Mientras no llegarán noticias, era una buena noticia.
Lo que Emilio nunca supo, es que Jerry no pidió que le notificarán nada.
Jerry, murió en acción a los 10 días de dejar la casa.
Mientras, la terraza de la casa del Almirante, siguió con sus fiestas y sus líos.
Emilio, pasado un tiempo, se mudó a Madrid, y aunque nunca olvidó a Jerry, el tiempo le alivió esa ausencia que hacía mucho sospechaba, nunca se acabaría.

Fin
Rafa Marín

martes, 2 de noviembre de 2021

Dormir

Por fin baja este choque,
el batir de mil neuronas,
la sinapsis se adormece
y sabiéndote pendiente,
mi boca a sí se perdona.
El bostezo no es de alerta,
los dedos enmudecen,
es el sueño que ya viene,
con el canto de las olas.

Rafa Marín

Sentir

Sentir en mi pecho
el temblor de tu piel,
que placeres reclamaba.
Sentir en mi alma,
lo que mi cuerpo no reclama.
¡Ay!
Que cruel es la vida,
cuando oyes el canto
y no necesitas de mil amarras.

Rafa Marín

Ninfa

Abro esta ventana a la noche,
sueño que persigue la inocencia,
para ver si es verdad que existe,
un mundo sin la cruel violencia.
En mi mente eres ninfa entre ardites,
del trigo la mejor de sus esencias.
Quizás otro sueño que sueños persigue,
para así, poder acallar mi conciencia.

Rafa Marín