Llena de orgullo te paseabas frente a mi casa.
Presumiendo del brazo de tu nuevo amante.
Sé que los celos en mi pretendías despertar,
mas como podría amar lo que sólo es orgullo.
De tu boca salieron crueles las palabras
que me reprochaban no atender lo que tú deseabas.
No sabías ya que soy hombre fiel a mi palabra.
Que no bastan unos ojos negros de profunda mirada.
Ni una boca roja de suspiros llena.
Ni un cuerpo tan bello y rotundo.
No sabes que si quieres de mi que sea tuyo
primero has de ceder a la pasión que me arrebata el alma
y que se marcha cuando de paseo a tus amante sacas.
Rafa Marín
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