Cada mañana llegas
con el alma en los pies.
Cada noche cuando sales
de casa empujada
por la necesidad del hambre
y las facturas que pagar.
Sin otra cosa que vender tu cuerpo
a quien lo quiera comprar.
Dices adiós con una caricia
en su cara a tu hijo que duerme.
Que nada sabe y que nunca
nada sabrá del infierno
en el que se convirtió esta vida
que te ha tocado en un mal sorteo.
Hoy llegas rota y con tantas ganas
de acabar de una vez por todas.
Sólo cuando ves la nota
de papel sobre la mesa,
con un corazón y el “Te quiero mamá”
es cuando rompes a llorar
y decides que esta fue la última noche
que sales a la calle a trabajar.
(con todo mi respeto)
Rafa Marín
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