Cometí tantos errores.
De ninguno me arrepiento,
aunque si de sus consecuencias.
Pero hoy recuerdo uno
que no sé si catalogarlo así.
De él siempre tuve la duda.
Ya no existen los quijotes
y aquella noche lo fui
por una Dulcinea
a la que deseé más
de lo que puedo explicar ahora.
Que tiempos que noches y días,
de continuo sobrevivir
entre las ruinas que dejaba tras de mí.
Pero los años van pasando
y los sigo cometiéndolos cada día.
Un continuo tirar “palante”
que me hace escribir poemas.
Rafa Marín
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