Vistas de página en total

miércoles, 19 de febrero de 2020

Aceras

Las aceras de amor desnudas,
cuando bajo mis pasos,
son urgencia y soledad.
El devenir de esta vida que apura,
en cada gota de sudor, su pan.
Manos tendidas,
que piden el hambre acallar.
Mientras las miradas altivas,
sólo se bajan para rezar.
Esta tierra tan sufrida,
a la que el poder,
esta obligando a olvidar.

Rafa Marín 

La conciencia

La conciencia me lleva,
por esas trochas de la verdad.
Donde los pinos y su sombra,
me hablan de olas y mar.
Las laderas reñidas
y la vereda que se va,
buscando entre las piedras,
un camino que habitar.

Rafa Marín 

Sobre la arena

Sobre la arena desnuda,
desnudas las conchas callan.
Bajo el sol que las alumbra,
dan brillo a las playas.
Ya nadie a puñados las junta,
ya nadie con sus manos escarba,
esta arena que es aurea.
Sin castillos de niño chico,
sin huellas que las cabalgan.

Rafa Marín 

Renacer

Renacer cual brote trémulo,
que en la mañana despunta.
Como flor de almendro,
asta nueva en el viejo ciervo.
Renacer, estrella solitaria,
inmune a los altos egos.
Para ser otra vez la pura voz,
que describen los versos.
Renacer y a la vez ser recuerdo.
Acera que bajo la lluvia,
se llena con los cartones del sueño.

Rafa Marín 

Tu aura (soneto)

Sentir el aura que te cubre,
la pasión que mi piel exuda,
para no querer del cielo ayuda,
sino para morir en las cumbres.
Este dolor que me tortura,
negación del alma que sufre,
porque en ti ahora descubre,
la verdad de un alma pura.
El Icor que tus labios vierten,
en mi boca que ya nada espera,
un dulce en verso se convierte.
Son palabras para ti sinceras,
de este corazón febril y doliente,
que en su soledad te espera.

Rafa Marín 

martes, 18 de febrero de 2020

Una aventura (relato corto)

Miró a su espalda, el mar Mediterráneo se extendía a sus pies, infinito y azul.
Sonrió y dio el primer paso. Ahora ya no había vuelta atrás. Suspiró y mirando a su perro dijo con suavidad.
- Vamos compañero, esto acaba de empezar.
No sabía si volvería a ver otra vez el mar.
El camino zigzagueaba en su ascenso por la ladera cubierta de hierba y matorrales, al poco dejó de ver la linea de costa y ante sus ojos, como un presagio se abría la cadena montañosa.
Sobre su espalda una mochila y una ilusión. En una mano la correa que sujetaba al can y en la otra, un pesado bastón de madera de londón, el cual apoyaba al compás de sus vivaces pasos.
La soledad del paisaje se veía roto de tarde en tarde, un ciclista o dos, otro caminante con el que se cruzaba. Pero por lo demás, nada, ningún ruido, ninguna estridencia. Sólo esa paz de los días de una primavera que avanza.
La primera jornada acabó junto a un refugio. En él, había una buena provisión de leña y aunque no hacía frío, decidió compartir su soledad con un buen fuego. Colgó la lámpara de bombona azul de una escarpia y mientras la noche se despertaba, se preparó para compartir la cena con el perro. Terminada la cena, y esperando al sueño, tomó el cuaderno y escribió las sensaciones y lo que había visto.
Se asomó al cielo nocturno y miró arriba, por encima de las montañas, se sintió felizmente pequeño. Eso nunca se lo podrían robar.
Se metió en el saco y durmió, con la fatiga de quien ya no recordaba su última caminata.
Amaneció con frío y niebla, ya saben, el clima de las montañas. Así que sin aspavientos, se puso el chubasquero, acondicionó la mochila y tras un desayuno fuerte, hombre y perro, salieron decididos a afrontar la segunda jornada.
No hizo falta mucho tiempo para que una fina llovizna pintara de plateados charcos el embarrado camino. Pero, entonando una vieja cancioncilla de su niñez, el caminante paso a paso, fue ascendiendo bajo el palio de la arboleda.
Tras varias horas bajo la lluvia, buscaron resguardo bajo un saliente rocoso, allí, los dos amigos compartieron pan, agua y algo de carne seca. De repente, el perro levantó la cabeza y corrió hacia unos matorrales. Al poco volvía con un conejo entre las fauces. Aceptó el regalo y tomando la navaja, lo avisceró.
- Esta noche cenaremos conejo, dijo a su perro.
El animal, saltó un rato alrededor de él, como si entendiera la propuesta.
La tarde avanzó con rapidez y les sorprendió la noche lejos del siguiente refugio. Así que, buscó donde guarecerse. Tuvo suerte, allí, apenas a una veintena de pasos del camino, un hueco entre dos rocas, les esperaba seco y acogedor. 
Buscó leña y con más fortuna que maña, consiguió encender una fogata.
Cesó lo lluvia y el cielo se abrió a la soledad de su silencio. Lloró, con las lágrimas de la redención, como se llora al haber obtenido la paz deseada.
El amanecer le trajo frío y fiebre, pero no importaba, esa era la última etapa. Ya nada volvería a quitarle lo que le costó una vida encontrar.
- Vamos, viejo amigo. Le dijo al perro.
Soplaba el viento en las quebradas, ahogando la tos que nacía de su pecho.
La soledad del paraje era abrumadora y por fin, liberado de su correa, el fiel animal corrió libre.
Lo vio marcharse y sonrió, que hermosa es la libertad, pensó.
Como pudo, continuó su camino, sin tristeza y sin miedos. Todo se volvió luminoso...
Dos días después, un montañero encontró al perro y como éste llevaba collar, se dio la alarma.
Encontraron la mochila intacta y al rato, las botas, pantalón, camisa y anorak, pero nunca se encontró su cuerpo.
Desde aquel suceso, al tramo se le comenzó a llamar "La barranca del desaparecido"
Se contaron historias, más o menos exageradas, pero nunca se supo la verdad.

Fin

Rafa Marín 

viernes, 14 de febrero de 2020

Eres mi luz

Tú, eres mi luz,
cuando en la madrugada,
entre gritos despierto
y sólo tu dulce mirada,
es para mí consuelo.
Tú, eres mi luz,
cuando llegas cansada
y junto a la mesa espero,
para ser sólo por ti,
un enamorado cocinero.
Tú, eres mi luz,
ángel paciente y bueno,
quien me soporta y ama
y a la que más respeto.

Rafa Marín 

Un poema de amor

Un poema de amor,
como las noches urgentes,
mirarte sin dolor,
ser feliz con solo verte.
Escribir con pasión, 
ser cauce y tú, corriente, 
de la tormenta fragor,
cálido viento de poniente.
De entre todas la mejor,
porque mi ser lo siente,
la vida es de color,
hasta que me lleve la muerte.

Con todo mi amor.
Feliz San Valentín 

Rafa Marín 

jueves, 13 de febrero de 2020

Mariposa de los estíos

Miro las nubes pasar,
como miran los niños,
al heladero que se va.
Miro el camino sombrío
y mis pies me piden caminar.
Para mis adentros sonrío,
que puta es la casualidad.
Tú, en ese mundo perdido,
y yo, sin saber como llegar.
Mariposa de los estíos,
que me trajo el azar.

Rafa Marín 

viernes, 7 de febrero de 2020

Trae la tarde

Me siento y trae la tarde,
entre grises y oscuros,
una triste canción sin lluvia.
Las piedras mecidas
y tu perfume de mar,
me hablan de batallas perdidas.
Sueños sin el que dirán,
cuando con alguna escusa,
tomas mi mano distraida
y me invitas a caminar.
Corre atrás el tiempo,
se viste con la dura prisa,
cuando tu mirada de musa,
se vestía con cara de niña.
Me miro esta vieja alma,
que hace apenas 30 años,
de amor y noes se moría.
Quizás ya no queda en mí,
nada de caballero quijote
y si, un asustadizo Cyrano.

Rafa Marín 

martes, 4 de febrero de 2020

Imagino

Te imagino ahora,
sobre la piedra sentada,
con los pies descalzos
y el azul en tu mirada,
bajo el sol y sus abrazos.
Te imagino niña enamorada,
que suspira sin aliento,
mientras mira tan callada,
lo que escribo en mi cuaderno.
Flor que jugó a ser madrugada,
entre las espinas del tiempo.

Rafa Marín 

Perdida

Perdida en el fondo de mi mirada,
como si fueras la reina del colofón,
a veces sueño y siempre llaga,
en mi escondido corazón.
¿Cuántos, quizás mañana,
escaparon sin compasión?
Ya sé, porque no somos nada,
viento entre unas ramas,
que arderán en el fogón,
de las vidas truncadas.

Rafa Marín 

Silencio

Hay en este silencio,
razones tan poderosas.
A veces el puro nervio
y los quehaceres las otras.
Yo, que vivo sin saberlo,
imagino el sabor de tu boca.
Dulce almíbar sin peros,
que mis pupilas decora.
Ayer como lejano sueño
y hoy, dogal que me ahoga.
Así lo estoy viviendo,
ya que tú no me nombras.

Rafa Marín