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miércoles, 29 de diciembre de 2021

Vivir

Vivir y de esta vida pueril,
cual esquife en la tormenta,
ser un pulido mástil y resistir.
Ser de la ola, la coronada espuma
y al final,
entretenido por las hadas, sentir,
como siente esta derrotada alma,
con la que tras muchos años, renací.
Ya se vislumbra la madrugada,
sueño con el que repetir.
Siendo cielo en la mañana
y entre tanto poder pedir,
de sus labios una caricia,
que entregada no me engaña.

Rafa Marín

domingo, 26 de diciembre de 2021

Destino

Me desdigo de este destino,
pedregal que ya no quiero.
Y entre noes y te quieros,
poco a poco me hago chico.
Usurpar reinos no pretendo,
pues ya gobierno lo más ínfimo,
un dolor con el que intimo,
mientras aprendo de unos versos.

Rafa Marín

jueves, 23 de diciembre de 2021

Oda

Asumir ya sin esta conciencia,
que es la vida quien nos cobra.
Que deste mar y sus zozobras,
nunca es más quien más sienta.
Que lejos quedaron los otroras,
esos que ya nadie te comenta,
y que callas de pura vergüenza,
qué nadie sepa de tu alma rota.

Rafa Marín

martes, 21 de diciembre de 2021

Si de su boca

Si de su roja y dulce boca,
cual pétalo de margarita,
un si audaz partiera.
Al cielo que conquistar no pudiera.
Alas como el astracán,
que suave y negro,
libre se alzarse,
para ser en su piel perdición
o quizás un simple tú.
Yo que ahora voy pareiendo,
mientras ella, cual amarilis,
va negando mis verdades,
porque sólo mi boca entrego,
en lugar de esta loca pasión.

Rafa Marín

viernes, 17 de diciembre de 2021

3 haikus

Altas veredas,
cubiertas de armiño,
Al amanecer.

En tinta azul,
escribe el otoño,
poemas para ti.

La amarilis,
con su bello florecer,
trae al invierno.

Rafa Marín

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Extraño

Extraño su abrazo húmedo,
la quietud de su alma resignada,
perderme en esa cálida mirada,
entregada a sus días únicos.
Sus manos de nácar perladas,
sus sueños, si quizás  los tuvo,
porque en esos caminos anduvo,
como una pobre niña descalza.

Rafa Marín 

domingo, 12 de diciembre de 2021

The sacoman (relato corto)

La tarde avanzaba y calle abajo apareció al torcer aquella ventosa primera esquina. La acera siempre en pronunciado ascenso, de poco en poco, aligerada el esfuerzo con una plataforma llana y unos escalones al final de la misma. Era en esos rellanos, donde se reunían cada tarde comadres, niños y niñas al fresco de una tarde que cada día se hacía de rogar.
Las primeras, entre agujas de lana, preparaban prendas para el próximo otoño, mientras las criaturas jugaban al trompo, la cuerda o cualquier infantil ocurrencia.
Pronto, aquel aparecido llamó la atención de todos con su voluminosa y ensangrentada carga.
Los "virgen santisima", presignaciones y alguna mirada torva, tomaron por Diana a aquel flaco personaje que bajo el saco ascendía con temblorosos pasos.
El hedor de la carga era tal que a su paso, se iba vaciando la calle.
Los niños y niñas, asustados corrieron a sus casas gritando.
- El hombre del saco, el hombre del saco.
Tal fue el griterío, que por la última esquina, allá arriba, donde la empinada cuesta, cortaba con una vía principal, de dejaron ver, 3 ó 4 hombres, que entre codazos y sonrisas de apaño, decidieron esperar al pobre que cargaba aquella matanza dentro de un saco de arpillera, tintado de rojo sangre y el zumbido de mil moscas.
Afanado es su ascenso, el costalero, ni atendía a los insultos, ni a las amenazas, él sólo tenía fuerzas para la titánica ascensión y poco más.
Por fin, superado el supremo acto, y ya junto a los hombretones del final de la cuesta, se liberó con un gesto de la carga y los miró.
Era una de esas miradas ausentes de toda emoción, como si uno se asomase a un pozo profundo en una noche sin luna.
Uno de los hombres, mirando al resto, y con ostensible desprecio, le preguntó.
- ¿Qué llevas en el saco, comemierda?
El personaje, sin decir ni una sola palabra, hizo aparecer un machete en su mano derecha y con un gesto relampagueante, destripó al que había hablado y al de su izquierda.
Los otros dos, cayeron al suelo y entre sollozos suplicaron por su vida.
El ser, mirándolos, abrió el saco, para mostrarles su contenido.
En su interio se mezclaban visceras humanas a medio pudrir y cientos o quizás miles de apestoso almas.
Miró entonces a la calle que empezaba a llenarse con una muchedumbre, entre temerosa y exigente de justicia.
Nuestro siniestro personaje, los miró y tras una larga carcajada, dijo voy voz tronante.
- Gentes de Nogales, ¡HUID! Yo soy el sacoman, el que carga con las almas de los malvados.
Estuve preso en los infiernos, pero las Tzitzimime me han liberado porque tienen hambre.

Fin
Rafa Marín 

Palabras

Palabras en la madrugada,
como ladrones de una vida,
que corriendo se te va.
Perverso juego que fatiga,
siempre bañado de ego y que dirán;
guerra que sin ser víctimiza
y te arroja lejos, en un desván.
Donde se olvidan los recuerdos
y nadie quiere volver para buscar.

Rafa Marín

sábado, 11 de diciembre de 2021

Soñar

Soñar que de tus labios,
como un suspiro un beso,
parte para alcanzar,
de ti mi único deseo.
Soñar porque la vida,
como ya dijo el maestro:
es sólo vivir para soñar.
Y así, entre días y noches,
calmo este febril deseo,
de ser en la noche profunda,
en tus manos sólo un sueño.

Rafa Marín

viernes, 10 de diciembre de 2021

Tonto

Entre el fin de la mirada
y el sueño que desperto,
se me murieron las alas,
por un hada que huyó.
No, no fueron mis palabras,
sino las veces que dije no.
Pues mientras ella era Roxane
y un tonto Cyrano fui yo.

Rafa Marín

jueves, 9 de diciembre de 2021

Musa

Hoy la musa fue una mirada,
en la que incipiente,
una lágrima brillaba.
Fue ese te quiero sin trabas,
proferido en silencio.
Hoy la musa bien amada,
tenía tu dulce nombre
y en mis labios cansados,
por ti se hizo verbo.
Tus manos,
que a caminar me ayudaban.
Entre las sombras se hicieron:
primero seda cálida y suave,
y después un asa de hierro.

Rafa Marín

martes, 7 de diciembre de 2021

Soledad y verbo

De las quimeras sin remedio,
azuzadas por las soledades,
que consigo trajo este invierno,
desprendido de las verdades.
De los duros y fríos miedos,
que van llenando vastedades.
De esta paz que inalcanzable,
juega ufana a los te quiero.
Destapando entre remedios,
unas veces vidas reales,
y otras fantasías del verbo.

Rafa Marín

lunes, 6 de diciembre de 2021

Distancia

Mi voz de Simón,
mis manos temblorosas
y esta mirada vacía.
Un sueño al atardecer,
que se disfraza de alegría.
Sentir y por hacerlo ahí morir,
casualidades de esta vida.
Un suspiro que es proclama,
por tener la boca,
de ganas henchida.
Mil palabras nada más,
tras esta distancia maldita.

Rafa Marín

Rimas 2

Mi vida voy acotando,
cuántos viejos sueños rotos.
Esos muros tan añosos,
como versos olvidados.

Rafa Marín

Rimas

Ruedan monte abajo,
estos troncos sin futuro,
para las chimeneas humo
y fuego para el letrado.

Rafa Marín

domingo, 5 de diciembre de 2021

Sueños perdidos

Cuántos sueños deje correr,
para no perder tus suspiros,
en esos mundos perdidos,
que se desvanecieron ayer.
En tu pelo, gitana, un clavel,
en tus labios ese frío olvido,
miles de vidas que no vivimos,
porque nunca te dejaste querer.

Rafa Marín

sábado, 4 de diciembre de 2021

Soneto

Sobre el papel de la casualidad,
un suspiro y miles necedades,
aquí todos tienen sus propios hades,
tan anchos y profundos como el mar.

Cuales presos de estas vastedades,
que ni los puros versos pueden calmar, 
ajenos todos al que pudieran pensar,
atrás vamos dejando las realidades.

Sueños, miedos y los eternos por qué,
siempre atentos en este sin vivir,
en el que todo es un. dejarse ver.

Esperar del cielo un dulce sentir
y que merezca la pena perecer,
salvando vida y secretos aquí.

Rafa Marín

viernes, 3 de diciembre de 2021

Soneto

Sobre la perlada alfombra del ser,
cien besos sobre tu espalda posar,
en este infinito del querer más, 
aunque el alma tenga para perder.
Porque bajo esta gloria del amar,
no usar la voz para entretener,
ser amante sin miedo a perder
y rendido el corazón entregar.
Sin ser adiós mis versos se esconden,
bajo un palio de luz amarilla,
que mis ojos, cruel, descomponen.
Esta verdad que insensata brilla,
roja sangre que mis venas recorre,
para entregar, humillada la hombría.

Rafa Marín

domingo, 21 de noviembre de 2021

Un cielo negro

Un cielo negro y vacío,
porque ya no soy un pasajero.
Nada queda tras este cristal,
quizás unos ojos que están,
también vacíos y muertos.
¿Pero todo se va, qué más da,
si estamos la vida perdiendo?
Ya no queremos arder en esas llamas,
ya todo es un cielo vacío y negro.
Los horas de sol cortas y frías,
como estos días de invierno.
Todo son nubes pasar, tiempo,
el monótono y lento discurir,
de las aguas de este corto río,
que mira al mar entre miedos.

Rafa Marín.

Vendo

Vendo al diablo mi alma,
en infinitos cuadernos.
Hojas de un cerezo,
que en sombras se disfraza.
Vendo mi voz quebrada
y esa resma de mis adentros,
que ya dejó de ser blanca.
Vendo yunque, vendo martillo
y esta incendiada fragua.
Vendo hasta el más puro silencio,
que renegó de ser palabra.

Rafa Marín

sábado, 20 de noviembre de 2021

Murió el asesino

Se hunden sus huesos malditos,
en esa negrura que es la espera,
ya se blanqueó su fría calavera,
nadie le recuerda, se volvió olvido.
Fruto de su miedo fue la guerra,
una muerte que corrió entre olivos.
Hasta de los hermanos fue testigo,
odio que trajo de las cálidas arenas.
No quiso darse por aludido,
aquel que rompió su alta promesa,
proteger con su sangre, ¡lo dijo!
pero su traición fue la más artera.
Que no hablen de él los bellos libros,
que se borren de su nombre las letras.
Nadie pronuncie jamás al asesino,
que destierren de esta buena tierra,
su estirpe y a todo el que lo quiera.

Rafa Marín

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Navegar

Navegar,
partir con el sol de la mañana
y perderme en el horizonte.
Descubrir en la noche el sur,
con otro cielo, con otras estrellas
y soñar con esos rugientes en verano.
Alejarme del sol para ver,
las altas vergas heladas,
como cruces vestidas de armiño.
Navegar y así, cual Odiseo,
alejarme hasta morir.

Rafa Marín

Hay un sueño

Hay un sueño de esperanza,
una palabra pura gritada al viento,
que se vuelve en la piedra claro eco,
alivio para las cansadas almas.

Es este sentir de mi amado pueblo,
que no presume de dioses ni raza,
sino de la verdad que su boca canta,
 llenando el cielo de furia y versos.

Rafa Marín.

jueves, 11 de noviembre de 2021

Hay...

Hay un dolor que me llena,
un futuro que se me escapa
y un niño que mi voz serena.
Hay una pared escarpada,
una rama que será la leña,
que mi alma prenderá en llamas.
Hay un temor que me enseña,
vuelto una fuente tan clara,
que mi boca en él se sacia.

Rafa marin

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Al rojo de la tarde

Al rojo de la tarde,
solo le pido el azul del cielo.
Un brevísimo instante,
disfrazado de mil anhelos.
Corre, corre; que todo arde,
ya nada queda para los versos.
Si acaso, un que nada falte,
un ven porque aún te quiero,
en el que poder enredarse.

Rafa Marín

sábado, 6 de noviembre de 2021

Soneto

Entregada a la única pasión,

de tan ingeniosa esta palabra,

que sin ser la dicha aquí cantada,

nos dará esta noche su colofón.

Bendita sean la luces y trágalas,

en este escenario de  sinrazón,

donde este poeta es el más cabrón,

entre juegos a sí la acercaba.

Todo es bendito espectáculo,

interpretan la musa y el vate,

sueños de una noche de sábado.

Mil ideas para poder enredarse,

entre las lápidas  un fuego fatuo,

y sin ser luz, con estas letras arde.

Rafa Marín

Navegar

Del Argos su vela poder izar,
buscando la eterna aventura,
por ser marinero que hoy jura.
A Jason tenerlo por capitán.
Mirar a Heracles con dulzura,
y sin cadenas querer bogar.
¿Dónde el mar nos llevará,
mientras haya sol en las alturas?

Rafa Marín

Días

El sueño se va, como se van.
estas horas inciertas;
dando vueltas de aquí allá,
esperando lo que no llega.
El libro no dice nada,
la tele es verborrea.
Como un eco sin vibrar,
escondido entre las piedras.

Rafa Marín

Mirar

Mirar, mirar, mirar...
Que lejano siento el mar,
tanto que ni su rumor me llega.
Recuerdo la blanca espuma,
el perfume a sal,
un niño que juega,
pero de su abrazo,
no recuerdo nada.
Tal vez algún temblor,
cuando miro por la ventana.
Soy esa hoja que cayó,
sobre la tierra desnuda.

Rafa Marín

Una ilusión

Me ilusiona esta banal espera,
mirar pueblos al azar
y perderme en vastedades,
que imagino aquí tirado.
Una poblada ribera,
la lejanía del horizonte,
caminando por la dehesa.
Sin poder ya me veo,
con Luna correteando,
mientras en la tarde mi sombra,
es la vida que se va alargando.

Rafa Marín

miércoles, 3 de noviembre de 2021

El actor (relato corto)

Cádiz. Una mañana cualquiera, de un año cualquiera, en la Casa del Almirante.
Salió del apartamento, uniformado, de tras, la chica se apresuraba en silencio.
Jerry, levantó la cabeza y vio a Emilio. Se quedaron mirando. El vecino, alto y delgado, aparentaba ser algo mayor que él.
Bajo el batín, Lucía un pijama amplio de colores chillones.
Con una amplia sonrisa, se puso en pie y mientras sostenía una taza de té con la mano derecha, simuló un saludo militar con la izquierda.
Luego, señalando la mesa, les invitó a compartir el desayuno. 
Jerry, se giró hacia la chica que esperaba, miró el reloj y la chica asintió feliz.
El vecino, salió de la terraza interior y abrió la puerta de su casa.
Le ofreció la mano a la vez que decía.
- Hola, soy Emilio.
- Encantado, Emilio, yo soy Jerry y ella es mi amiga Virginia. 
Se adentraron en la Casa y en el amplio salón, dos mujeres dormían abrazadas en un sofá de tela rojo sangre; estaban desnudas y parecían felices en su sueño.
Ellas, dijo Emilio señalando con la cabeza, son Concha y Concha, viven en los apartamentos bajo el tuyo.
Una vez sentados y mientras tomaban el té, Jerry, explicó la suerte que había tenido al encontrar ese apartamento.
Todo gracias a Virginia, dijo con una amplia sonrisa.
Jerry, pasaba largas temporadas ausente y Emilio por alguna razón sentía la necesidad de saber más de él.
Por fin, una tarde, tras una ausencia de 6 meses, Jerry, asomó por Melrose Place, que era como se conocía ya a aquella terraza interior del edificio.
Emilio quedó muy impresionado al verlo. Jerry, estaba muy desmejorado, muy delgado, usaba bastón y apenas si podía caminar.
Se saludaron con la cabeza, pero Emilio, corrió hasta él. Y como pudo lo ayudó a subir hasta el apartamento. 
Dentro todo estaba perfectamente ordenado y limpio, Jerry se sorprendió un poco, pero Emilio, sonriendo le dijo:
- Virginia viene cada semana y entre los dos, quitamos el polvo. Por cierto, te tomé prestados unos libros.
Jerry lo miró con ternura, una lágrima resbaló por su mejillas y sin decir más, rompió a llorar como un pobre niño abandonado.
Emilio, lo dejó desahogarse, salió en silencio y volvió a su casa y a sus Conchas.
Emilio, del que nada sabemos, era actor. Uno de esos famosos actores, que llenan teatros, cines y calles.
Justo esa tarde, partió a rodar una nueva película y eso lo tendría ocupado unas 4 semanas.
Era bien entrada la noche cuando Emilio se asomó a la terraza, estaba iluminada con farolillos, las dos Conchas y Virginia, bailaban para Jerry, que sentado, reía a carcajadas.
Al ver a Emilio, se apresuraron a recibirle y Jerry, visiblemente mejorado, se puso en pie y se acerco y se dieron un gran abrazo.
Las chicas aplaudieron y una gritó:
- ¡Fiesta!
Licores, drogas, sexo, todo corrió como un torrente desbordado. Esa noche, dios y el diablo lo pusieron todo de su parte.
Al día siguiente cada cual se fue a su casa, excepto Virginia que se quedó con Emilio.
Pasaron un par de días y Jerry llamó a la puerta de Emilio, al abrir, Emilio se sorprendió al ver que su vecino tenía una gran cesta de mimbre y madera en las manos.
Jerry le espetó.
- ¿Tienes coche?
- Si, claro. Contesto Emilio. 
- Vamos pues, dijo Jerry sonriendo.
Emilio condujo hasta las calas de Roche, durante el camino no hablaron, simplemente oyeron música.
Se miraban de forma furtiva o desentonaban con algún estribillo.
El aparcamiento estaba vacío, salieron del coche y Emilio esperó a que Jerry le guiará.
Bajaron por una escalinata de madera que salvaba los 10 metros del acantilado. Al fondo de la cala había un trozo de arena seca a la que la marea no alcanzaba a rozar.
Jerry desplegó una amplia manta y sobre ella puso dos copas, una botella de vino y algunas fiambrera con comida.
Emilio, sonreía expectante, saboreando de ante mano lo que ya imaginaba que pasaría.
Se sentaron y disfrutaron de la comida y la bebida, de las miradas y de ese amor que se tenían.
Jerry se acercó a Emilio, acarició su mejilla y la besó.
Emilio quiso devolver el gesto, pero Jerry, apoyando su mano en la boca de Emilio, repuso.
- Querido amigo, te amo, pero no como tú necesitas.
 Emilio, un poco triste sonrió y levantó la copa de vino.
- ¿Hermanos? Preguntó.
- Por la amistad, dijo Jerry.
Continuaron hablando y riendo, luego se bañaron desnudos en el mar.
Al atardecer, cuando ya volvían, Jerry dijo con voz pastosa.
- Sabes, en unos días he de irme otra vez, no sé cuándo volveré, si ocurre algo, he pedido que te informen.
- Emilio, dejo escapar una lágrima pero no dijo nada.
Jerry, se marchó una madrugada.
Los días pasaban y Emilio, aceptaba los trabajos como actor. Se veía con Virginia y las dos Conchas, decidieron vivir juntas. Otra Mujer ocupó el apartamento que una de ellas había abandonado. Pero el tiempo pasaba y Jerry no volvía.
Emilio, gracias a la confesión de Jerry, permanecía tranquilo. Mientras no llegarán noticias, era una buena noticia.
Lo que Emilio nunca supo, es que Jerry no pidió que le notificarán nada.
Jerry, murió en acción a los 10 días de dejar la casa.
Mientras, la terraza de la casa del Almirante, siguió con sus fiestas y sus líos.
Emilio, pasado un tiempo, se mudó a Madrid, y aunque nunca olvidó a Jerry, el tiempo le alivió esa ausencia que hacía mucho sospechaba, nunca se acabaría.

Fin
Rafa Marín

martes, 2 de noviembre de 2021

Dormir

Por fin baja este choque,
el batir de mil neuronas,
la sinapsis se adormece
y sabiéndote pendiente,
mi boca a sí se perdona.
El bostezo no es de alerta,
los dedos enmudecen,
es el sueño que ya viene,
con el canto de las olas.

Rafa Marín

Sentir

Sentir en mi pecho
el temblor de tu piel,
que placeres reclamaba.
Sentir en mi alma,
lo que mi cuerpo no reclama.
¡Ay!
Que cruel es la vida,
cuando oyes el canto
y no necesitas de mil amarras.

Rafa Marín

Ninfa

Abro esta ventana a la noche,
sueño que persigue la inocencia,
para ver si es verdad que existe,
un mundo sin la cruel violencia.
En mi mente eres ninfa entre ardites,
del trigo la mejor de sus esencias.
Quizás otro sueño que sueños persigue,
para así, poder acallar mi conciencia.

Rafa Marín

sábado, 30 de octubre de 2021

Vida

 Desta vida que a seguir me obliga,

que se vuelve por momentos bruma,

que no es hambre, sino hambruna

y de todo, como cinta se desliga.

De este miedo que me abruma,

de esta mala verdad que mira,

y que en verso a mi boca incita,

mientras el licor mis labios apuran.


Rafa Marín

La tarde

La tarde es duro aguacero,
escondida entre las nubes,
Un bajo, porque tú no subes,
que me está llevando al cielo.
Mil demonios que descubres,
aferrados a mis te quiero,
porque son tus labios hielo
y de besos no me cubren.

Rafa Marín

El Nahual (relato corto)

Era domingo, el último domingo de octubre y el lunes sería festivo, se celebraba el día de todos los Santos.
María, vivía en una pequeña ciudad en mitad de las montañas, una de esas en las que todos saben todo de todos.
Se asomó a la ventana y le sorprendió el gran número de visitantes que había, pese a que estaba lloviendo a cántaros.
Suspiró cansada, mejor se iba al bosque.
No tenía hijos y al separarse, acordaron que cada semana uno de ellos tendría a Toby. Hoy le hubiera gustado tenerlo con ella.
Toby era un magnífico ejemplar de mastín español, a sus 6 años, estaba pletórico de fuerza y energía.
Se vistió para la caminata, tomó la pequeña mochila y metió en ella, su inseparable navaja, una botella con agua y el botiquín de primeros auxilios, pues en el monte nunca se sabe.
Salió por la puerta trasera y tomó una vereda que se internada en el bosque. Era su pequeño secreto, nadie sabría donde estaría. No sé llevó el teléfono.
Al poco de partir la lluvia cesó y todo se volvió olor a tierra húmeda, sonido de gotas sobre la hojarasca y alguna risa lejana.
Salió del camino y se dirigió a lo más profundo y salvaje de aquellas montañas, se sentía libre, tanto, que hasta perdió la noción del tiempo. Notaba como su cuerpo reaccionaba, el calor por el ejércicio le hizo bajar la cremallera del impermeable, se empapó con su propio olor.
Olía a mujer, a hembra.
Sonrió para sí y emitió un aullido, rió después, hasta que oyó otro aullido que le contestaba.
Miró alrededor, pero no vio nada, el bosque era muy espeso y no recordaba donde estaba, se había perdido.
Se preocupó, pero no se puso nerviosa. Era montañera y sabría salir de allí.
Oyó  otra vez el aullido, está vez más cerca, se inquietó. Sabía que había lobos por los alrededores, pero pese a no conocer de ningún ataque, el segundo aullido la puso alerta. 
Giró sobre sí y buscó, la vio. Una rama joven, lo bastante gruesa como para poder defenderse en caso de necesidad.
La cortó y la afiló de forma precipitada, todo era silencio y olía a bosque profundo.
Se percató del paso del tiempo y a la vez de su propia naturaleza.
Comenzó a descender, buscando indicios de algún sendero, pero nada, la luz, pronto se haría escasa y entonces si que tendría un problema.
Mientras oía aquí y allá el sonido de pasos sobre las hojas caídas, vio lo que parecía un hueco profundo entre unas rocas.
Si dirigió hasta allí.
- Al menos, lo que sea, tendrá que venir de frente.
Con prisa, pero con tiento, preparó lo necesario para una fogata, luego la prendió y esperó a la noche.
Mientras esperaba, asilo la rama y con el fuego fue endureciendo la punta.
La noche lo cubrió todo, su única esperanza sería mantener las llamas vivas y el espíritu sereno.
No sabía que hora era, pero ante ella, se presentó un enorme lobo macho de color gris muy oscuro, casi negro. Ante su mirada atónita, se puso de pie y poco a poco se fue transformando en un ser humano.
Todo se volvió borroso, la invadió el deseo y ya no recordó nada más.
Despertó, estaba desnuda y echado a su lado el enorme lobo de McKenzie. Le acarició la cabeza, el lomo y se acercó más a él. El lobo la miró, y ella pudo ver su infinita soledad.
Se vistió y junto con el animal volvió a su casa.
Lo primero que hizo fue llamar a su ex, necesitaba decirle que no quería volver a ver a Toby.
Luego, mirando al lobo, sonrió y le dijo.
- Sabes, nunca más volveremos a estar solos.

Fin

Rafa Marín

viernes, 29 de octubre de 2021

La Moura (relato corto)

Todos le recomendaron no seguir el camino durante la noche, pues estaba en Galicia y la noche de difuntos podía traerle algún encuentro inesperado. Pero como gaditano, bregado y altivo, ignoró todo consejo y toda prudencia.
Tomó impermeable, mochila y bastón y por así decirlo, Se echó al monte.
Aún faltaban un par de horas para la media noche y pese a la fina llovizna, se sentía ligero de ánimo y fuerte de espíritu.
Se puso a cantar, la noche poco a poco se abrió y una luna ya menguante, iluminó el camino desierto que se adentraba en el bosque.

¿Qué podría pasar? Se dijo mirando la línea clara del camino que se perdía en el bosque.
A lo lejos se oyó el repicar de un viejo campanario, mientras una densa niebla ascendía, ocultando el camino.
Pronto, tuvo que sacar la linterna y entre la lechoso niebla, intentar encontrar aquel camino, en el que empezaba a pensar, nunca debió tomar.
Más por suerte que por voluntad, un retazo de brisa, apartó un girón de niebla y vio una luz no muy lejana. Su ánimo se avivó y con paso decidido de dirigió hacia aquel faro del bosque que le guiaba.
Abandonó el precario camino, se adentró en la espesura y entre tropiezos, arañazos y alguna imprecación, llegó al punto de luz, que no era más que una fogata en una cueva.
No sé veía a nadie, se extrañó y miró a su alrededor. Casi al instante, la vio, una preciosa joven, vestida de campesina y caída en el suelo, inconsciente.
Como pudo la tomó en brazos y la metío en la cueva, arrimó más leña a la fogata y miró si está se encontraba herida.
Mientras la examinaba, descubrió que la mujer llevaba muchas joyas, así que la despojó de ellas y las puso en un rincón.
Como la mujer no despertaba, preocupado, salió a buscar agua y lo que fuera que pudiera ayudar. Se sorprendió por su capacidad de distinguir hierbas medicinales. Volvió a la curva, y con un pequeño cazo, calentó agua y preparó una tisana.
Cuando estaba a punto de verter el bebedizo en la boca de la desmayada, esta abrió los ojos y gritó asustada.
El la calmó como pudo, pero la mujer palpando, descubrió que no tenía las joyas.
- Ladrón, le apremió, ¿Dónde están mis joyas?
- Están ahí, respondió señalando el rincón.
Pero en el rincón no había ni rastro de las piezas de oro.
Demudado, buscó por toda la cueva, pero no encontró nada.
La mujer pareció que sonreía, pero le dijo en tono severo.
- Deberás trabajar para mí, hasta que saldes tu deuda.
- Yo no te he robado, dijo el gaditano, no te debo nada.
Entonces, el suelo de la gruta se abrió mostrando una escalera de piedra, por la que el chico descendió rodando.
La mujer le siguió y ya en el suelo de un amplio túnel bien iluminado, esta, vació la mochila, y allí estaban las joyas.
- Yo no he sido. LO JURO, repuso nuestro cada vez más confundido héroe. 
- Claro, repuso ella, soltando una gran carcajada. Trabajarás para mí durante el resto de tu vida.
Al poco aparecieron otros hombres y mujeres, los cuales la llamaron reina.
Ella, mirando al cada vez más apesadumbrado chico, ordenó.
- Llevarlo a un calabozo, mañana será llevado a la mina y allí pagará por su delito.
De nada sirvió que peleará, pues era uno contra muchos y fue reducido y encarcelado.
Se le llevó comida y bebida, pero no la tocó.
- Prefiero morir antes que ser tratado como un Ladrón. Dijo, echándose en el suelo.
Poco a poco el sueño, el cansancio y la tristeza le vencieron, quedándose dormido.
Lo despertó un rayo de sol sobre los ojos, volvía a estar en la cueva. Junto a él, la mujer preparaba el desayuno.
ÉL, miró alrededor inquieto y ella con una sonrisa en los ojos lo miró sorprendida.
- No temas, dijo la mujer, anoche, cuando volvías con el agua y las plantas, debiste tropezar y te golpeaste en la cabeza.
Entonces, más sorprendido aún, le contó, lo que creyó haber vivido. Las joyas, el túnel y la condena.
La mujer rompió a reír con una espontánea risa de felicidad.
Movió la cabeza de lado a lado y le preguntó.
- ¿Tengo pinta de ser una reina y nadar entre riquezas?
El chico estaba abrumado y solo atinó a decir.
- Si, pareces una reina.
La mujer, lo miró sería y le dijo.
- Come, ves ese pequeño sendero, síguelo y te llevará de nuevo al camino.
Luego salió y se perdió en la espesura.
Nuestro amigo comió con apetito, luego tomó el sendero y sin mirar atrás llegó al camino.
El día se le hizo largo y muy cansino, por fin, al atardecer, llegó al albergue.
Se inscribió y al abrir la mochila para tomar una muda, vio el hatillo de cuero. Lo abrió y dentro descubrió joyas y piedras preciosas junto con una nota.
- Querido desconocido, en pago a tu bondad y tu honradez.
Xiana.
Reina de los mouros.

Fin
Rafa Marín

Hoy

 Hoy quise otra vez volar,

recorrer el azul del cielo,

ser cometa nada más,

elevado por los vientos.

Un suspiro de felicidad,

un relámpago, un sueño.

Algo para no acabar,

como muñeco por los suelos.


Rafa Marín 

Mirada

Hay rojos salpicando como nada,
el mármol blanco de los suelos,
hay una figura endemoniada,
que me recibe con recelo.
¡Ay!
De los días que no son barricada,
porque creemos ascender al cielo.
Tengo podrida esta torpe mirada,
acostumbrada desde hace tiempo,
a mirar a escondidas tu cuerpo.

Rafa Marín

domingo, 24 de octubre de 2021

Recuerdos

Del fondo de este cajón,
al que llamamos recuerdos,
voy rescatando algunos miedos,
mientras se me va la razón.
Como el juego del enredo,
escondiendo en un rincón,
cada momento de pasión,
que desparramos por el suelo.

Rafa Marín.

Me siento

Me siento hoja caída,
más otoño que invierno.
Me siento despedida,
una voz en el viento.
Una nube gris desleída,
una noche sin sueños.
Soy un corazón sin vida,
un vacío y un anhelo;
un todo que se termina,
asomado desde muy lejos.

Rafa Marín

lunes, 18 de octubre de 2021

El parque (relato corto)

Durante unos segundos estuvo desorientado, todo parecía estar igual, sólo que un poco menos cuidado, como con polvo de varios días.
Lentamente se puso en pie, se notaba mareado, cansado, hambriento. Se palpó la cabeza y notó un dolor agudo junto a la sien.
Ahora lo entendía.
Se había golpeado con algo y había perdido el conocimiento y tras caer entre los dos muebles, los demás le habían dejado de ver, así que salieron a buscarle.
- Si, eso era lo que había ocurrido, dijo en voz alta.
Salió a la calle y todo dejó de tener sentido. El parque estaba vacío, parecía abandonado desde hacía mucho tiempo.
Se dirigió hasta la salida, y de repente vio una sombra escabullirse en una tienda de souvenirs.
Corrió hacia el lugar y gritó, pero la sombra desapareció tras la esquina.
Giró en torno a sí un par de veces, recorriendo con la mirada puertas y ventanas. Aquí y allá, vio cristales rotos, barandillas vencidas y puertas descolgados.
No entendía que pasaba, solo de vez en cuando una sombra parecía mirarle, para luego escabullirse como si nunca hubiera existido.
Ya ha olvidado todo, salvo la existencia del parque y las sombras que acechan. ¿Acaso era ese su destino, recorrer urgente las plazas vacías, los restaurantes muertos y vislumbrar una sombra de tarde en tarde?
Ya no recuerda quien es, pero en un sucio y roto espejo, ve una sombra inmóvil, levanta la mano al igual que lo hace la sombra, sin duda es él, pero no le importa nada. Al fin y al cabo, que más da. 
Nada sabe de su final, ni de la explosión de la bomba ni del inicio de aquella guerra que acabó con la humanidad.

Rafa Marín

Un sueño

Hay un sueño con sombrero
y una nube que no acaba.
Mil estrellas apagadas,
como cascabeles llevo.
Tengo ojeras en esta cara,
que no conoció el miedo
y es por esto que tengo,
mil pesares en el alma.
Vivir siempre con lo puesto,
vagar como un niño sin casa.
Ausentes los te quiero
y olvidadas todas las máscaras.

Rafa Marín

sábado, 16 de octubre de 2021

Desvelos

Del azul y el gris que pintan mi alma,
nacen estos retoños del desvelo.
Un corazón que apenas habla,
unos pulmones cual fuelle viejo
y algo que ya no me delata,
cuando de frente nos vemos.
¡Ay! Que poca razón entre tantas migajas,
de las ceniza me alimento
y también de mucho agua.

Rafa Marín

jueves, 14 de octubre de 2021

El patio (relato corto)

Los tres matones se frotaban las manos, era la hora del patio y ese tipo nuevo, al que ya llamaban el sarnoso, se iba a enterar. Durante la mañana no se había reído con ninguno de los chistes y tonterías que "ELLOS" habían protagonizado. Es más, cuando "ELLA" se lo recriminó, no hizo el menor caso.
"ELLA", se sintió ofendidísima y escribió una escueta nota para los tres matones.
"A POR ÉL". Mientras los miraba con sus ojos seductores y llenos de vanas promesas, sonrió para sí.
En fin, que aquellos tres matones iban a dar el mayor escarmiento de la historia del patio del colegio al nuevo, al menos eso creían.
Pero llegaron al patio y el nuevo no estaba. "ELLA" casi se sintió aliviada, recordaba aquellos ojos bonitos de mirada dulce, la voz que recitaba poemas y su mente de demonio.
Porque había una cosa que los tres matones ignoraban. El nuevo y "ELLA" ya se conocían de otro patio.
"ELLA" odiaba su libertad, el desinterés que mostraba hacia su persona.
Por eso, ahora que se sabía dueña de aquellos tres pobres matones, descargaría sobre el nuevo todo su rencor.
Lo injurió, lo provocó, incluso atacó a aquellas personas que sentían algún afecto por él.
Nada de lo que hizo consiguió que el nuevo reaccionará. Hasta sus tres matones se cansaron de oíla. - Quizás, pensaban, no era como ella decía.
El nuevo, siguió bajando al patio, como todos, pero éste tenía un truco. Sólo podían verle quienes sentían afecto por él.

Fin
Rafa Marín.

miércoles, 13 de octubre de 2021

Redención

Rindes la cabeza,
entregando la dura testuz
a la clemencia de la maza.
Te regodeas en el reflejo,
quién es ese te preguntas,
mientas tus ojos te buscan.
Ya sólo hay pellejo,
una aberrante masa,
que flácida cuelga
y que no tiene piedad.
Casi oyes la risa tras el cristal,
es hora de entregar ese alma,
que por orgullo nunca rendiste.

Rafa Marín

Suspiros

Se marcha oscura la tarde,
sin suspiros ni dulces glorias,
cual burro atado en su noria,
que vuelta tras vuelta arde.
Corazones sin historias,
tras este frío cristal parten,
buscando entre mil artes,
para poder besar la victoria.

Rafa Marín

sábado, 9 de octubre de 2021

La tarde

 La tarde es un aguacero sin prisa,

vaho en los cristales

y en tus ojos luz que brilla.

La tarde es un señuelo sin voz,

una nube continua,

un poco de siesta

y una manta sobre las rodillas.

La tarde es un tú y yo que se miran,

un libro casi olvidado

y los botones de tu camisa.


Rafa Marín

domingo, 3 de octubre de 2021

Oda

Se desliza su mano tan sutil,
acuarela que en mi piel dibuja,
tibia caricia que me embruja,
para volverlo todo frenesí.
De tu boca quiero el carmesí,
que en los cielos el viento ruja,
fuerza sideral que nos empuja,
fundiendonos en este sin vivir.
¿Para qué hemos venido aquí?
Amores de afiladas puntas,
frías madrugadas sin preguntas,
y un siempre maldito porque si.

Rafa Marín

viernes, 1 de octubre de 2021

Renacer

Renacer de la oscura vastedad,
y ser enea verde en la ribera,
refugio que el pinzón si encuentra
y olvidarme de todo lo demás.
Salir a la vida entre las piedras,
para tocar el luctuoso lodazal,
dejar el alma en el duro zarzal,
mientras la piel hoy te remiendas.
Asumir que el  tiempo ha pasado,
aunque de vivir tú te olvidaras,
escondiendo tu ser y sus gazapos.
Que frías son esas ásperas máscaras,
roidas por el hambre y los gusanos,
y que brillantes reflejos destapan.

Rafa Marín

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Soneto

Un triste regalo vuelto envoltorio,
Un trozo de papel arrugado y distante.
Al que nadie recuerda por insignificante.
Útil cual madero del tanatorio.

En su cuello otro colgado abalorio.
Como esa terraza siempre inquietante,
sin ser amenaza ni por un instante,
va siendo poco más que un vegestorio.

Un lejano recuerdo tan impostado,
por miedo olvidó elevar la frente,
para qué buscar gatas por los tejados.

Solo es este mísero presente,
viviendo de lo que ya ha gastado,
por no ser de la vida un penitente.

Rafa Marín

sábado, 25 de septiembre de 2021

Imagino

Imagino una pradera,
que llena el horizonte.
El azul de un cielo,
que poco a poco  se oscurece
y mi alargada sombra,
tirada sobre la hierba.
Imagino las primeras estrellas
y una fogata que alegre me invita a mirar.
Imagino tantas cosas,
que hay noches que no quiero soñar.

Rafa Marín

Recuerdo

Recuerdo un beso
y un tartar de salmón.
Aquel restaurante pequeño
y una mesa, sólo para dos.
El repicar de la lluvia
y en las aceras pulidas,
tus manos mojadas
y mi camisa abierta.

Rafa Marín

No quiero ser.

No quiero ser onda que vibra en el éter,
ni luz extraña que brilla.
A mí, déjenme ser viento en las esquinas,
flor en tu pecho u hoja caída.
Del rocío una gota más,
en tu oído, una palabra
o la melodía de tu boca que canta.
Yo no quiero ser elocuencia en palabra,
sino dedo que curioso,
resbale sobre tu piel.

Rafa Marín.

viernes, 24 de septiembre de 2021

La reja

Canta el amor y sus mil venganzas,

por ser niña pura, a ella la tomaron,

quienes tras rejas amores cantaron,

sin conocer sus nocturnas andanzas.

Cual  lista pupila da esperanzas.

Sea el tal, cura o varón casado,

creyéndose príncipe y no sapo,

para aflojar la mosca sin tardanza.

Así, cada noche los dos amantes.

El primero, pudiente y chavacano;

la camela con cien buenos sonantes.

Mientras espera el ensotanado,

con el cobre de los fieles donantes,

que por ser joven, todo cree ganado.

Rafa Marín

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Amanecer

 Ya clarea el horizonte,

se dibuja de naranja.

Como esa ilusión que pones,

cuando todo se vuelve ganas.

Las estrellas que supones,

en realidad no son nada.

Brillos en la medianoche,

que con el alba se apagan.


Rafa Marín 

lunes, 20 de septiembre de 2021

Mar oscuro

Por este oscuro mar,
en el que hoy florecen,
las más bellas flores negras,
quiero dejarme arrastrar.
Mil caninos que convergen,
mil verdades que se niegan,
para poder ver las estrellas.
Una canción para llegar,
entre un si o un no, que siega,
el trigo y las amapolas.

Rafa Marín

domingo, 19 de septiembre de 2021

Quise

Quise que entre mis manos,
fueras el más dulce verso.
Una canción de cuna,
tan callada como un beso.
Quise que cada día me arroparas,
con tu piel de tibio lienzo,
con esa suplicante mirada,
que era como tocar el cielo.
Quise, y aquí ahora lo dejo,
mi chiquilla enamorada,
que fueras en mi oído aliento.

Rafa Marín

domingo, 5 de septiembre de 2021

Oda

Mirar al cielo y no suplicar,
pues esta vida que merezco,
como todo, algún día acabará.
Sin ser en tus manos lienzo,
voy de aquí para allá,
a veces siendo un comienzo
y otras simplemente final.
Mirar esa rosa de los vientos
y cuál perdido Odiseo,
elegir mi Ítaca en algún lugar.
Vivir mi vida sin lamentos,
arropado por los puros sueños,
de estas noches de soledad,
y al pasado sin pena mirar,
aunque este roto pon dentro.

Rafa Marín

miércoles, 25 de agosto de 2021

Nubes y ojos

El cielo está nublado,
como unos ojos tristes,
que quieren ser estrellas.
Sueño,
y en mis sueños se desviste,
esta vida que he llevado
y que a ratos fue tan bella.
El dolor se ha marchado,
como una niña alegre,
recorriendo las cunetas.

Rafa Marín

martes, 24 de agosto de 2021

Un encuentro.

Buscar entre el agua y la espuma,
esa esponja suave y caprichosa,
que es en mis manos caricia deliciosa,
recorriendo tu piel cual suave pluma.
Nos llega la hora de este sueño,
que reparador no queremos ahora,
porque nuestras bocas ya se devoran,
cuerpos que son olas entre silencios.
Vaiven lleno de tímidos te quiero,
en el palpitar de tu bella rosa,
sedienta mi boca en ti se ahoga,
como un mastín en los barreños.
La madrugada ya vencida está,
susurra la alondra su llegada,
es mi pecho cálida almohada,
donde, tu, niña, encuentras la paz.

Rafa Marín

A un mendigo

Bajo el azul escondido,
en estas nubes que pasan,
las aceras con sus brillos,
de su pobreza me hablan.
No mira el juego de los niños,
ni prisas que no le dan nada.
Es sólo un par ojos perdidos,
con un vaso que no canta.
La lluvia le volvió olvidó,
salpicadura de los paraguas.

Rafa Marín

Piel

Mientras besaba su piel en otra piel,
porque de tanto amar,
hasta de amar se olvidaba.
Yendo. ¡Oh! Destino cruel,
de boca en boca y su sed no saciaba.
Mientras náufrago el mar cruzaba,
para ahogarse sin entender,
que no sabe nada el amor,
de las insalvables distancias. 

Rafa Marín

lunes, 23 de agosto de 2021

Tu páramo

En este páramo de frío y nieblas,
en el que mi voz no te alcanzará;
porque eres la hoja que vuela,
caprichosa de aquí para allá.
Dejo un reguero de sangre y letras,
que duro el amor tener que suplicar,
cuando sé que serías dócil cometa,
por un frágil hilo dejándose atar.

Rafa Marín

Me dejó

Me dejo con las ganas,
con la miel de sus labios,
fuera de mi boca me dejó.
Escapó como un hada,
que mi ego de pena mató.
Ella, que todo lo sabe,
ahora no quiere saber nada.
Se volvió noche que arde,
como el rastrojo en la mañana.

Rafa Marín

domingo, 22 de agosto de 2021

Locura

Que locura escribir versos.
Miras el ayer y piensas:
Tanto decir para morir,
con lo que llevas puesto.
Un ataúd que es cartón,
un rato de humo sin infierno,
una copa de polvo gris,
que esparcen a los vientos.
Para qué este escribir,
cuando sabes que estás,
como la vida, muriendo.

Rafa Marín 

Un instante

Me paro un instante,
como no mirar,
esos ojos hundidos,
en tanta necesidad.
Son el vuelo perdido,
es la tarde que se va,
empujando a los estorninos, 
con el ocaso a bailar.

Rafa Marín 

sábado, 21 de agosto de 2021

La Veela (relato corto)

El pelotón, tras una larga y penosa huída al completar  la misión, y  amparados por la noche, se internó en aquel bosque viejo y frondoso. Se movían como silenciosas panteras, sin hacer ruido, sin quebrar una sola rama, eran ocho fantasmas cansados y hambrientos.
Tras comprobar por enésima vez que nadie les perseguía, colocaron unas trampas y se pusieron a descansar bajo las ramas de un gran y viejo nogal.
Llovía mansamente y la frondosidad del árbol les protegía de la lluvia. Comieron de sus raciones de combate, para luego acomodarse lo mejor posible y esperar al amanecer.
Los turnos de guardia fueron tranquilos hasta que, justo antes de las primeras luces del alba, uno de ellos la vio.
Emitió la tenue señal de alerta y señaló a un punto determinado. 
Todo el grupo la vio, solo un instante, justo antes de desaparecer como un rayo de luna.
Se desplegaron en abanico y corrieron hacia allí. Nada, no había nada, pero todos reconocieron que era una mujer y parecía estar desnuda.
Intrigados y temiendo que fuera alguien que diera la posición del pelotón, decidieron rastrearla. Ya estaban a punto de desistir, cuando uno de ellos, descubrió una huella. ¡ Ya la tenían!
Aquí y allá, iban descubriendo las señales de las pisadas, poco a poco se internaron más y más en el bosque.
El día paso, siempre bajo la llovizna, los ocho hombres, olvidaron su hambre y su sed y su cansancio. Necesitaban capturar a la mujer y asegurarse de que no los delataría.
Llegó la noche y mientras buscaban refugio, la volvieron a ver.
Esta vez en un pequeño claro.
Con un hábil movimiento de pinza, la rodearon y ahí estaba. Una joven hermosa, de largos cabellos y cuerpo perfecto.
La joven mujer, en vez de asustarse, les sonrío y comenzó a cantar a la vez que iniciaba una danza sensual e hipnótica. 
El grupo, cansado y empapado, al principio miró con cierta incredulidad, ninguno hizo un gesto agresivo, simplemente se dedicaron a mirar maravillados la escena.
El jefe del pelotón, tomó una galleta energética y se la ofreció con una sonrisa amable.
Ella levantó los ojos y mirándolos indulgente, extendió sus brazos; todos cayeron al suelo inconscientes.
Despertaron casi a la vez, estaban en el interior de una cueva. Un alegre fogata iluminaba un círculo y proyectaba sombras sobre las paredes. Había también bandejas con carne asada y frutas, vino dulce y perfumado y se sentían descansados y seguros.
Ninguno dijo nada, simplemente comieron y bebieron y volvieron a dormir.
Descansaron unos días, no se preocuparon de hacer guardias y sus temores fueron olvidados.
Ninguno de ellos supo nunca, que en ese mismo bosque y en los días que ellos estuvieron en ese bosque, unas veelas, habían matado a todos sus perseguidores.

La misión del equipo había consistido en liberar a un grupo de mujeres presas del ejército serbio, ayudándolas a cruzar la frontera, para volver a territorio enemigo y esperar en aquel bosque las nuevas órdenes.

Fin

Rafa Marín

viernes, 20 de agosto de 2021

Dormir

Dormir acunado en una ola,
entre tules de espuma y sal,
para al amanecer despertar,
con la fresca brisa que rola.
Olvidado, nadie me recordará,
triste alma que al mundo asoma,
buscando en el verbo un hola,
que le saque de esta soledad.

Rafa Marín

Los recuerdos (relato corto)

Se miró al espejo y sólo vio las nieblas del pasado, un pasillo tan estrecho que apenas mostraba una estrecha franja de luz. Tembló como un brote tierno bajo la lluvia en primavera. 
Dio un paso atrás y luego otro y otro hasta quedar con la espalda pegada a la pared, pero nada, por mucho que se alejara, el espejo siempre permanecía a la misma distancia; gris, frío e impertinente.
La mujer sacudió la cabeza, se arreglo el pelo, fingió una sonrisa y se dirigió hasta el salón donde todos esperaban.
Desde lo alto, vio como todos la miraban. Pero esta vez, vio las medias sonrisas y las miradas furtivas. Tragó saliva y descendió los peldaños como si la escalera descendiera a los infiernos.
En cada escalón le invadía un recuerdo, una ansiedad del pasado sin curar.
Aquella vez que impotente vio como los soldados invadían su hogar, el miedo en la cara de aquellos hombres sucios y vociferantes. La muerte de su hermano al caer del viejo pino con un nido en las manos. La noche en la que empujó a su amante para ocultar su infidelidad.
Ahora, descendiendo esa escalera, se sintió vieja y adulada, no era más que una heredera que no hizo nada por amor.
Solícito, su nuevo y joven marido, le ofrecía un brazo, un apoyo que no necesitaba. Lo miró y se dejó llevar.
Era su cumpleaños y no podía decepcionar a aquella manada de gentes interesadas.
Tomo la copa la levantó y con voz apagada, brindó por todos.
La fiesta se alargó hasta tarde y fingió no ver como su adorable marido salía con una joven y atractiva chica a los jardines. Ella había hecho lo mismo otras veces, nada importaba.
Ya en su alcoba, tumbada y sin sueño, le llegaron otros recuerdos.
Los mendigos de las calles en ruinas, las chicas que vendían su cuerpo por un cartón de tabaco o por un poco de dinero. Aquel chico que soñaba ser poeta y al que por error mataron.
Se durmió con una lágrima en la mejilla.
El amanecer la sorprendió como nos sorprende una ráfaga de tiros al torcer una esquina.
Desayuno sola, como lo hacía casi siempre.
Hizo un par de llamadas y luego pidió que prepararán su coche, tenía asuntos que resolver.
Su chófer y guardaespaldas, le abrió la puerta del automóvil, pero ella decidió sentarse en el asiento del copiloto.
Con su cara carente de todo rastro de emoción, Anselmo, preguntó.
- ¿A dónde quiere ir, señora?
- No lo sé, respondió, me gustaría sentir el pulso de la ciudad.
- Bien, quizás deberíamos empezar por los barrios obreros.
- Si, dijo la mujer.
Durante el trayecto, miró la silueta del horizonte, la sinuosa carretera, todo parecía distinto. La luz y el cielo se mostraban con toda su fuerza.
La ciudad los acogió con a todos, entre ruido, humo y atascos.
El barrio era tranquilo, personas que caminaban su quehacer diario entre saludos y sonrisas.
Anselmo aparcó junto al mercado, la mujer lo miró y éste, sonrió. 
- Aquí se mide el pulso de la ciudad, dijo y le guiñó un ojo.
Por vez primera no sintió pánico, solo era una más entre el bullicio y las voces que inundaban en recinto.
Anselmo, le guió hasta un bar, en un rincón del edificio.
Tomaron café y ella se dejó envolver por el olor a pan tostado.
Hablaron de los precios de la fruta, de las bondades del pescado y del trabajo de los carniceros.
Tras la primera visita, Anselmo, la llevó a la zona industrial.
Allí, una ingente masa humana, se afanaba en entrar o salir de las fábricas o llenaba los restaurantes de menú o simplemente hacía corrillos entre el humo del tabaco.
Anselmo, eligió un restaurante lleno de carteles con fotos de su oferta culinaria. Se sentaron en una mesa junto a la ventana y siguieron hablando.
Esta vez sobre salarios, horas y huelgas. Los enfrentamientos con la policía, las barricadas y el miedo.
La mujer observaba a su empleado, el brillo en la mirada de este y sin poder evitarlo le preguntó.
- ¿Cómo sabes todo eso?
- Muy fácil, señora, mis padres trabajaba allí, dijo señalando a un edificio.
Él, se dejó arrastrar por los recuerdos y habló de las noches frías, los apagones y la desesperanza. De la ropa heredada, de los juegos en un parque sin columpios y de los viejos que nada esperaban.
- ¿Son buenos recuerdos? Preguntó la mujer.
Anselmo, cerró los ojos y negó con la cabeza.
- Sabe, dijo sin abrirlos, fueron tiempos difíciles. Las drogas, la carestía de casi todo y la falta de ilusiones, se llevaron a muchos. Sólo han cambiado los días, en el fondo todo sigue igual.
- Pero parecen felices, repuso la mujer.
- Que remedio, aquí, también saben disimular.
La mujer miró al chófer y su mirada vidriosa.
Permanecieron en silencio mientras comían.
Ya de vuelta en el vehículo, Anselmo, la llevó a las afueras, a las carreteras comarcales, donde las prostituta se ofrecían.
Ella, miró y con voz queda dijo.
- Nada ha cambiado, todo sigue igual, como en mis recuerdos.
Pidió volver a casa, ahora sabía que nada cambia, todo es igual, sólo cambia el recuerdo, que con el tiempo se va retorciendo hasta hacerse llevadero.

Fin
Rafa Marín

miércoles, 18 de agosto de 2021

El camino (relato corto)

Le seguía la pequeña polvareda que levantaban sus pies al caminar. Fijo en su mirada, un horizonte que se confundía con la noche. Por delante de él, el camino y su alargada sombra.
Atrás entre el tiempo y la distancia, quedaron su vida y toda la esperanza que puede un hombre tener.
Caminaba, porque para eso le dieron piernas y voluntad, mas nunca se quejaba; le enseñó la vida que llorar no siempre trae una teta de la que mamar.
Pero ya nada importaba, pues el horizonte se acercaba y él sólo deseaba llegar.
Dormir en los collados era cuanto quería, sentir el frío en la madrugada, la lluvia cuando caía y el cálido sol en la espalda.
Alguna vez se sintió acogido, otras tropezó con muros inexpugnables, pero casi siempre, recibió el saludo de los que menos tienen.
El camino le descubrió verdades, mentiras y el amor de tarde en tarde, como piedra o como el vuelo de una paloma, pero siempre fue un solitario siempre avanzar.
Busco la frondosa sombra y en los limpios arroyos sació su sed.
Del hambre conoció hasta los apellidos, pues en sus bolsillos sólo le cabían sus manos vacías y un poco de papel.
Cuando la fortuna le sonreía, la abrazaba sin preguntar y de su desdicha nunca hizo ni pregón ni gala.
El camino avanzaba y ya no se preguntaba ni dónde terminaba ni que le traería, pues descubrió que todo es bueno y malo, cuando no es peor.
Hizo un alto, más para tomar aliento que para descansar. Alimentó su insaciable necesidad y sonrió, pues aún estando allí, se sentía vivo y capaz.
Dormir siempre fue su sueño, para poder abrir los ojos y contemplar el amanecer junto al mar.
Así, día tras día, sin bajar nunca la cabeza, esperando que ese horizonte lejano se detenga y se deje alcanzar.

Fin

Rafa Marín

jueves, 12 de agosto de 2021

El extranjero (relato corto)

Hasta hacía una horas, era el hombre más temido de Belgrado. Ahora, desnudo y atado a una silla, miraba suplicante al grupo de hombres que al fondo de la habitación fumaba entre risas.
La puerta se abrió y entró una mujer con una mochila. El hombre de la silla comenzó a llorar.
La mujer entregó la mochila a uno de los hombres, al que llamaban el extranjero. Éste, apuró el cigarrillo, y sacó de la mochila un martillo y un cincel. Los demás, disimuladamente, tragaron saliva y salieron.
- Bueno, ya sabes lo que viene ahora. Dijo. ¿Me lo vas a decir?
El hombre atado, dio nombres, teléfonos, direcciones, lo dio todo.
El extranjero salió y al poco volvió con otros dos del grupo anterior.
Desataron una mano del prisionero y el extranjero, sacando dos clavos enormes, se la clavó a la mesa. Entre aullidos, suplicaba la piedad que el nunca tuvo. 
De un puñetazo le hicieron callar.
El extranjero tomó el cincel y comenzaron las verdaderas preguntas.
Cinco horas después, entró de nuevo la mujer. Todo estaba salpicado de sangre y esparcidos por el suelo, varios trozos de dedos.
El extranjero sonrió.
- Ahora, si sabemos la verdad.
Hizo un gesto a uno de los hombres, este entregó el blog a la mujer. Tenía escritos tres nombres, con direcciones y teléfonos. Todos sabían que eran tres muertos que aún se sentían seguros en sus madrigueras. 
La mujer rozó la cara del extranjero.
- No tardes mucho -dijo la mujer con suavidad- hay que salir esta noche.
Uno de los hombres amartilló un revólver y ejecutó al prisionero, ya no podían sacarle nada más.
Todos salieron dejando atrás al que hasta hacía unas horas, era el hombre más poderoso de Belgrado.

Fin

Rafa Marín

miércoles, 11 de agosto de 2021

Ella

Se asoma como lo hace la reina,
desde el balcón de su bondad,
desprendida de toda majestad,
con su mirada mi boca incendia.

Rafa Marín

La duna

Se rompe la duna en olas,
de un caer tan salvaje,
que del mar susurros trae
y en arena los pinos ahoga.

Rafa Marín

martes, 10 de agosto de 2021

Insistir

Esta losa que hoy sostengo,
que mi nombre aún no lleva,
pues ando en duras querellas,
mientras a la parca entretengo.

Rafa Marín

jueves, 5 de agosto de 2021

Otra noche

 Despertar cada día,

del letargo de una noche,

que como todas está vacía.

Abrir la ventana y,

ver los trenes partir;

esa dulce melodía de las gentes,

que para mí querría.

Mi mundo se vuelve urgente,

mi necesidad vuelve a querer vivir.

Como en el ocaso los estorninos,

mientras en su vuelo danzan,

me recuerdan todo de ti.


Rafa Marín

miércoles, 4 de agosto de 2021

Estar

Estoy aquí tirado,
bajo un cielo oscuro,
que me trae viejos recuerdos.
Miro, espero una estrella fugaz,
busco un pequeño deseo,
un ápice de esperanza,
un minúsculo señuelo.
Quizás mañana sea;
un radiante amanecer
y se lleve mis miedos,
pero ahora estoy tumbado,
bajo un cielo fío y negro

Rafa Marín

lunes, 2 de agosto de 2021

Y me mira

Y me mira y la miro y,
el universo se hace pequeño,
en la profundidad de sus ojos.
Y me mira y la miro y,
me hago fragil cual hoja en otoño.
Y me mira y la miro y,
cuando cierra los ojos, lloro.
Y me mira y la miro y,
El tiempo a su lado, vale más que el oro.

Rafa Marín

Hay

Hay una nada que espera,
entre la sombra y el orto.
Al fresco de una mañana,
que se aferra en mis ojos.
Hay un sueño de almohada,
una canción vuelta rastrojos.
Una verdad desnuda hay,
entregada a los abrojos.
Hay en la noche lunas,
reflejadas en un pozo.

Rafa Marín

domingo, 1 de agosto de 2021

El camino

Descubrir bajo el cielo,
la línea infinita de un camino.
Reposar los pies cansados
y no querer mirar atrás.
Tantos miedos he perdido,
bajo mis suelas está la paz,
el silencio de los vencidos.
En el pecho un suspiro,
y en las manos nada más,
que el recuerdo de lo vivido.
A dónde me llevará el camino,
¿al final encontraré la paz?
A veces con el regusto amargo vivo,
de quizás a la vida,
haberle pedido más.
Noches en vela de llanto,
no las quiero en mi funeral.
Que me recuerde allí sentado,
mientras un verso en mi boca,
por última vez sonará.

Rafa Marín

sábado, 31 de julio de 2021

El Edén (relato corto)

Hay historias que comienzan porque la vida se acuerda de ti.
Verán, era un día de verano, ya saben coche amigos y una carretera sin fin.
El destino no estaba muy claro, pero que importaba, todos querían escapar de allí. Embarcados en aquel ferry, poco a poco, la idea se fue dibujando. 
La ciudad, que más da, era un sitio polvoriento y ávido de soledades.
En el último bar, frente a un café y un mapa de carreteras, todos sonrieron al ver aquel nombre.
Gasolina, música y como no, una botella de mano en mano.
Al atardecer, el horizonte sólo dejaba ver más horizonte.
Los Km, eran risas y después de una noche y su repostaje, el amanecer frente a las montañas.
Hacía calor y junto al asfalto un puesto de frutas y una mujer.
Casi sin pensarlo esta subió al auto y todo se volvió una aventura.
Ella conocía a dónde íbamos, ... y nos prometió las delicias del Edén.
El asfalto se volvió tierra y ésta una vereda intransitable.
Allí quedaron el coche y un par de botellas vacías.
Todos estábamos expectantes, pero las dudas crecían y crecían.
Miré a la mujer y las espaldas de mis amigos al alejarse.
Ella tomó mi mano y dijo.
- El lugar está a la vuelta de ese recodo, ¿quieres seguir adelante?
La miré sorprendido, ¿acaso no lo había abandonado ya todo?
Me miró a los ojos y dijo.
- Vale.
El lugar era, como decirlo, un vergel en mitad de ninguna parte. Un arroyo descendía ... cantarino y la vegetación daba al lugar el aspecto de un sueño olvidado.
Las gentes que allí vivían nos acogieron sonrientes, amistosos y amables.
A ella la vistieron de gasas y collares y a mí me ofrecieron una bebida.
Me dormí.
Al despertar, quedé estupefacto, estaba en ... aquel puesto de frutas junto a la carretera.
En mi mano, había una nota.
Vuelve cuando vengas acompañado.
De eso hace ya un par de años.
Mientras miro la carretera, veo un coche que se acerca, y que para a mi lado. En su interior hay tres chicas que sonríen y me invitan a ... subir.
Una de ellas tiene un mapa de carreteras y me mira, como jamás a nadie a mirado.

Fin

Rafa Marín

Aferrarse

Me aferro a este desencuentro,
vida que mi cuerpo extraña,
como aquellos clavos ardiendo.
Hoy bajo un sol que me baña,
y que no borra los miedos que siento.
Levanto esta voz desafinada,
que se perdió en tantos recuerdos.
Gritar aferrado a la puta palabra,
para no ser en la noche silencio.

Rafa Marín

ver, oír ... sentir

No veo las lejanas estrellas,
mis ojos ya se niegan a hacerlo,
pero de todas guardo su recuerdo,
y eso las hace más bellas.
No puedo oír, cuanto lo siento,
mis oídos tan llenos de querellas,
duras palabras, otras  frías y secas,
como en la noche los lamentos.
Pero hablar si se que hablo,
mis labios y boca desafían,
la sensatez cuando cuando los abro.
De tarde en tarde se confían,
en la recta final son caballos,
y más que correr dasatinan.

Rafa Marín

Cielos

De estos cielos tan azules,
por blancos puros adornados.
De este vivir esperanzado, 
mientras de dolor gruñes.
De este sentirte tan amado,
que de amor enteró te pudres,
mientras la vida solo sufres,
porque es lo que te ha tocado.

Rafa Marín

viernes, 30 de julio de 2021

Jerry y la muerte (relato corto)

Entró por la puerta del bar, fue como si una sombra helada se deslizarse, invisible.
Ni siquiera el portero,un ser corpulento y cerril, se percató de su presencia. Jerry, al verla, sonrío satisfecho.
Preparó como siempre aquella mesa en penumbra del rincón. Un sitio tranquilo desde el que ver sin ser visto.
Esa noche el local estana tranquilo, los mismos sicarios, los mismos policías corruptos, las putas de siempre y alguna mujer sedienta de aventuras y sexo.
Aquella noche, ella, no había elegido a nadie, por el momento, y  Jerry pensó que afín de cuentas, todos se merecen un descanso.
De repente, estalló una pelea, nada serio, un fogonazo, un grito de mujer y una figura tambaleante que salía en busca de ayuda. Todos sabían que nadie podía morir allí.
Desde su mesa, ella miró con desdén, embutida sus 
 pensamientos.
Primero, las señoras, una vez seleccionados sus objetivos se ibas marchando. Después lo hicieron, chulos, putas y policías.
Los mafiosos, concluidos sus negocios y pactos, se marcharon también. El local al fin quedó vacío, sólo ella en aquella mesa en penumbra parecía no tener prisa.
Jerry, como siempre, solícito,se acercó  sonriendo.
- ¿Hoy no ha habido suerte, verdad? Pregunto distraído.
- No. Contestó ella. Esta noche he venido por ti, Jerry.
Jerry miró incrédulo mientras un dolor atravesaba su pecho y caía muerto.

Fin
Rafa Marín

miércoles, 28 de julio de 2021

Recuerdo

Recuerdo el bosque sombrío,
el rumor de las hojas que caen
y el canto alegre del río.
Recuerdo la vereda que asciende,
la luz cuando se filtra
y un alto en el camino.
Recuerdo mirar a la vida de frente,
tomar aire y sonreír.
Recuerdo los pasos vacilantes
y el peso de la mochila.
Recuerdo el despertar de la lumbre,
una mirada perdida
y aquel sueño que fue inolvidable.
Recuerdo la lluvia omnipresente,
la gota en el cuello cuando cae
y la niebla que a la vez nace.

Rafa Marín

domingo, 25 de julio de 2021

Sobre el éter

En su arco viaja la luna,
como un sueño de plata y sal,
y al levantar la mirada verla,
sobre el éter rielar.
Sin los oscuros pozos del miedo,
sin sentir la tenebrosa verdad.
Con la noche su vuelo acaba
y quizás no volverla a ver más.

Rafa Marín

Un amanecer

Se asomó a la madrugada,
como el pobre a su sustento,
con esperanza de lo incierto,
que se le lleva paz y alma.
En la brisa un callado lamento,
porque su boca ya no canta,
está vida que se le escapa,
la quiso hacer puro verso.
Quizás al despuntar el día,
por mil honores arropado,
verán sus ojos la melodía,
de las aves el bello canto;
que sin saber comprendía,
pues la vida le estaba hablando.

Rafa Marín

viernes, 23 de julio de 2021

La imagino

La imagino caminando,
adoquines que cantan,
al son de sus pasos.
La imagino descuidada,
mientras un cigarrillo,
en sus labios es llama.
La imagino miradas atrapando,
y de la mia oculto brillo.
La imagino enamorada,
niña que me está matando,
mientras versos le escribo.

Rafa Marín

miércoles, 21 de julio de 2021

Te hiciste

Te hiciste brillo en un cristal,
carne entre mis labios
y pétalos de sal.
Puta en una noche sin sueños,
una mujer y nada más.
Te hiciste duda, te hiciste miedo
y la más absoluta verdad.
De aquí allá, siempre corriendo,
con esa sed que da el amar;
para seguir en ti creyendo.
Te hiciste presencia lejana,
bajo los cielos amarillos.
Un beso que nunca acaba,
y que repetir siempre espero.
Te hiciste amiga y hermana,
cuando es amante lo que quiero.

Rafa Marín

martes, 20 de julio de 2021

Deseo

Desta desarraigada vida,
ajeno ya a cualquier sustento,
no soy vocero de mi lamento,
aunque tu boca la mía pida.
Buscar en tu fuente alimento,
que siendo velero, mendiga,
quien como hombre me tilda.
Sin ser en ti, ni sudor ni minero.

Rafa Marín

Celos

¿Qué le duele al caballero,
que confunde la poesía,
con ocultos los te quiero?
¡Oh! ¿Qué tamaña osadía,
acaso él teme perder,
lo que no tendrá ni en sueños?
Trama su mente, del amor,
virtuales filibusteros,
como trama la mía,
estos hirientes versos.

Rafa Marín

domingo, 18 de julio de 2021

La playa (relato corto)

El día amaneció soleado, y al ser festivo, la playa de arenas doradas, poco a poco se fue llenando de gentes.
La madre, una mujer aún joven y guapa, caminaba con paso tranquilo. A su lado, los dos críos, miraban impacientes el mar, como imaginando ya los juegos y los chapuzones.
Ella los miró con una sonrisa y dejando los bártulos en el suelo, tomó el bote de crema protectora para embadurnarlos a conciencia. Luego extendió una gran toalla y clavó a su lado una sombrilla de vivos colores.
Desde allí los veía jugando a perseguirme por la orilla, sonrió para sí y tomó el libro que dada día le daba un rato de paz.
- ¿Nos podemos bañar ya, mamá?
Pregunto el mayor, con una sonrisa y una fingida súplica en la mirada.
- Claro, respondió, pero no meteos muy adentro.
Se desprendió del liviano vestido con la seguridad de quien es consciente de la belleza de su físico y echando una mirada a sus hijos se tumbó a leer.
La playa se fue llenando y temiendo perder a los niños de vista, los miró como se afanan en la construcción de un castillo en la orilla.
Se sintió feliz y afortunada, y se concentró en la lectura, dejando de existir el mundo que la rodeaba.
Notó fresco, pensó en una nube pasajera, pero no oía ningún bullicio. Al levantar la mirada, espantada, vio que la niebla procedente del mar lo ocultaba todo.
Se levantó de un salto, toda la playa estaba oculta por la niebla, en silencio y desierta.
Corrió hacia la orilla, no veía a sus hijos. Los llamó, cada vez más fuerte, hasta que su voz fue un alarido lleno de miedo.
Recorrió la larga playa en ambos sentidos, no vio a los chicos ni a nadie. Todo era un erial desierto y frío. Con una niebla cada vez más densa y tenebrosa.
Al intentar volver junto a la toalla y sombrilla, no supo dar con el sitio.
El tiempo se volvió algo absurdo y entre carreras decidió ir hasta el aparcamiento, seguro que allí podría encontrar algo o alguien que le diera alguna explicación.
El trayecto se le hizo eterno, como si a cada paso que diera, la playa se agrandara. Por fin, entre la niebla creyó ver un cartel clavado en el suelo. Al bordeando pudo leer el mensaje:
Achtung, Gefahr.  Minenfeld, informaba el dichoso cartel.
Hizo caso omiso del mismo y volvió corriendo a la orilla de ese mar que se le antojaba maldito.
No entendía nada, su prioridad era encontrar a sus amados niños.
Por suerte, al rato deslumbró la sombrilla y la toalla, pero ni rastro de sus hijos. Corrió por la playa en un sentido y luego en otro, gritando y llorando sus nombres hasta que exhausta, ya no pudo más y cayó rendida sobre la fría y húmeda toalla.
Repentinamente sintió como sobre ella, caía agua helada, se incorporó y vio a sus hijos riendo, en una playa repleta, bulliciosa y soleada. Rompió a llorar y abrazando a sus hijos comprendió que se había quedado dormida.

Fin
Rafa Marín

sábado, 17 de julio de 2021

Del ayer

Del ayer,
cuando entre mis manos temblabas,
ya lo sé,
no queda nada de nada.
Sin querer,
como se hacen las putadas,
ves amanecer,
mientras brotan mil lágrimas.
Del revés,
abrazando esa fría almohada,
cuando ser,
no es más que un sueño del alma.
Corre y ve,
aún no tienes las suelas gastadas.

Rafa Marín

viernes, 16 de julio de 2021

Mis ojos

 Llené mis ojos de mundo y vida,

hasta que ya no quisieron ver más.

Se cegaron con una luz tan brillante,

como un explosión en la oscuridad.

Cielos infinitos llenos de estrellas,

mañanas de mirar el azul del mar.

Sueños de niño que callado llora

y una rama en un perdido olivar.


Rafa Marín

jueves, 15 de julio de 2021

Llega la noche

Llega la noche, con su brisa
y el grito de mi silencio.
Con sus miradas furtivas
y una sonrisa sin beso.
Llega la noche esperada
y me hago niño chico,
como un pobre perrillo,
que busca en un regazo,
quizás calor y consuelo.
Y sigue la noche llegando,
oscura y llena de miedos.

Rafa Marín

lunes, 12 de julio de 2021

Vivir

Vivir.

Entre el miedo y la esperanza,

carente ya del sentido sueño,

que cada cálida mañana abraza.

Vivir.

Aferrado al incombustible empeño,

de una vida que se hace tan larga,

como una mirada ante el espejo.

Vivir.

Esperando que la misma vida haga,

mientras escribo estos fríos versos,

porque de vivir, hasta la vida se harta.

 

Rafa Marín

 


sábado, 10 de julio de 2021

Morir

Morir.

Y a cada paso,

levantar con orgullo la cara,

porque fui lo que fui

y si a nacer volviera,

reincidir.

Morir.

Y saborear su único beso

y quizás verla sonreír,

porque me da la gana

y con desdén asentir.

Morir.

Y de su mano descarnada,

volver otra vez a vivir.

Tal vez como un recuerdo,

o como una furtiva lágrima.

Morir.

Y no sentir,

el remordimiento canalla.

Pues así,

entre el fuego y la metralla,

una vez fui el más feliz.

 

Rafa Marín


Brisa

Espurea se despierta la brisa,

justo antes de amanecer.

Quizás  al día haga parecer,

unas horas llenas de prisa.

Despierta y es el malquerer,

que a vivir soñando instiga,

a quien sin nada que perder,

por vivir deja ir pasando su vida.

Rafa Marín 

martes, 6 de julio de 2021

Mentiras

Van cayendo bajo el sol,

 

estas duras lágrimas de hierro,

 

como si fueran solo versos,

 

ahora que ya  sé que no lo son.

 

Los putridos y falsos te quiero,

 

envueltos en torrentes de dolor,

 

que arruinaron mi negro corazón,

 

mientras la paz se fue yendo.

 

Rafa Marín.

 


domingo, 4 de julio de 2021

Elegir

 

Elegir,

cual número de la ruleta

y apostar al todo o nada.

Como aquella tarde mortal,

oculto entre la nieve y la cuneta.

Cielos azules de la soledad,

rocas que son eco en la vastedad.

Mirar como florece la mimosa

y de un trago beberse la vida,

porque de nada sirve mirar atrás.

 

Rafa Marín