Se asomó a la madrugada,
como el pobre a su sustento,
con esperanza de lo incierto,
que se le lleva paz y alma.
En la brisa un callado lamento,
porque su boca ya no canta,
está vida que se le escapa,
la quiso hacer puro verso.
Quizás al despuntar el día,
por mil honores arropado,
verán sus ojos la melodía,
de las aves el bello canto;
que sin saber comprendía,
pues la vida le estaba hablando.
Rafa Marín
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