Un cielo negro y vacío,
porque ya no soy un pasajero.
Nada queda tras este cristal,
quizás unos ojos que están,
también vacíos y muertos.
¿Pero todo se va, qué más da,
si estamos la vida perdiendo?
Ya no queremos arder en esas llamas,
ya todo es un cielo vacío y negro.
Los horas de sol cortas y frías,
como estos días de invierno.
Todo son nubes pasar, tiempo,
el monótono y lento discurir,
de las aguas de este corto río,
que mira al mar entre miedos.
Rafa Marín.
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