Vivir.
Entre el miedo y la esperanza,
carente ya del sentido sueño,
que cada cálida mañana abraza.
Vivir.
Aferrado al incombustible empeño,
de una vida que se hace tan larga,
como una mirada ante el espejo.
Vivir.
Esperando que la misma vida haga,
mientras escribo estos fríos versos,
porque de vivir, hasta la vida se harta.
Rafa Marín
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