Al rojo de la tarde,
solo le pido el azul del cielo.
Un brevísimo instante,
disfrazado de mil anhelos.
Corre, corre; que todo arde,
ya nada queda para los versos.
Si acaso, un que nada falte,
un ven porque aún te quiero,
en el que poder enredarse.
Rafa Marín
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