No quiero ser onda que vibra en el éter,
ni luz extraña que brilla.
A mí, déjenme ser viento en las esquinas,
flor en tu pecho u hoja caída.
Del rocío una gota más,
en tu oído, una palabra
o la melodía de tu boca que canta.
Yo no quiero ser elocuencia en palabra,
sino dedo que curioso,
resbale sobre tu piel.
Rafa Marín.
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