Canta el amor y sus mil venganzas,
por ser niña pura, a ella la tomaron,
quienes tras rejas amores cantaron,
sin conocer sus nocturnas andanzas.
Cual lista pupila da esperanzas.
Sea el tal, cura o varón casado,
creyéndose príncipe y no sapo,
para aflojar la mosca sin tardanza.
Así, cada noche los dos amantes.
El primero, pudiente y chavacano;
la camela con cien buenos sonantes.
Mientras espera el ensotanado,
con el cobre de los fieles donantes,
que por ser joven, todo cree ganado.
Rafa Marín
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