Descubrir bajo el cielo,
la línea infinita de un camino.
Reposar los pies cansados
y no querer mirar atrás.
Tantos miedos he perdido,
bajo mis suelas está la paz,
el silencio de los vencidos.
En el pecho un suspiro,
y en las manos nada más,
que el recuerdo de lo vivido.
A dónde me llevará el camino,
¿al final encontraré la paz?
A veces con el regusto amargo vivo,
de quizás a la vida,
haberle pedido más.
Noches en vela de llanto,
no las quiero en mi funeral.
Que me recuerde allí sentado,
mientras un verso en mi boca,
por última vez sonará.
Rafa Marín
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