Rindes la cabeza,
entregando la dura testuz
a la clemencia de la maza.
Te regodeas en el reflejo,
quién es ese te preguntas,
mientas tus ojos te buscan.
Ya sólo hay pellejo,
una aberrante masa,
que flácida cuelga
y que no tiene piedad.
Casi oyes la risa tras el cristal,
es hora de entregar ese alma,
que por orgullo nunca rendiste.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario