La niebla se llevó la luz del atardecer
que se filtraba por la ventana.
Me dejo un cristal empañado
y el reflejo de mi mirada.
La tristeza de un día que se acaba
y tu voz que poco a poco se apaga.
Trajo también la niebla el cantar de la sirena
que desde el puerto saluda y avisa a los barquitos
que ya regresan con los marineros y su pesca.
Y la noche a ella se aferra, dando brillo
con la humedad a las vacías aceras.
Noche de principios de primavera,
sin luna ni estrellas ni tu dulce mirar.
Noche que como siempre me llevará a soñar,
con tus pasos que resuenan por las vacías aceras.
Rafa Marín
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