Caminas en
silencio
por esta vida
llena de bullicio.
Abrazada a ese
cuaderno
en el que tus
lágrimas dibujan versos.
Siempre sola,
siempre con una
sonrisa y los ojos tristes.
El café siempre
solo y amargo,
y en tus labios
se vuelve dulce miel.
No te quedaban
esperanzas,
pero en tu
cuaderno no te resignabas.
Siempre poniendo
sentimientos
siempre con
aquel recuerdo
que se fue con
el viento.
Han pasado
tantos años que de él
sólo te queda el
brillo de sus ojos
y el susurro de
su voz.
Olvidaste tu
cuaderno
en un banco del
parque
y al volver a
recogerlo,
ahí estaba él,
leyendo tus versos.
Rafa Marín
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