De ayeres tienes llenos los ojos.
Ellos que como anzuelos
se clavaron en su mirada.
Aquella noche que perdida
tenías la paz y el alma.
Surgieron como estrellas,
primero las dudas
y el deseo luego.
Fue una noche de batalla
cuerpo a cuerpo.
De final entre gemidos y su eco.
La mañana os cubrió de sol
y arenas blancas, de risas,
de transeúntes y esquivas miradas.
La piel, un puro rubor,
desnuda mostrabas.
Un amanecer
que te dejo de amor saciada
y que de ayeres te lleno el alma.
Rafa Marín
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