Con el miedo aún bañando tu cuerpo
sales corriendo a su encuentro.
Caminas descalza dentro de tus zapatos,
cuando lo ves plantado en plena calle.
Te espera con una sonrisa en los labios
y un brillo en sus ojos negros
que te perturba un momento.
Aún no estás a su altura
y dando media vuelta comienza a caminar,
obligándote a acelerar tu paso.
Y así, entre la prisa y el miedo
te aferras a su brazo y suspiras.
No sabes si de alivio o agonía.
Mientras camináis calle abajo recuerdas.
Como su sola presencia bastó
para amedrentar a aquella jauría
que en la noche te rodeó con deseo.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario