Vuelves sin previo aviso,
con los ojos callados y la mirada baja.
Me sorprendo al abrir la puerta
y se me muere el alma.
Tú, con esa carita de ángel,
que ahora está demacrada.
Que me habla de los azares
que la vida te tiró sobre las espaldas.
Y sin decir nada te cuelas otra vez en casa.
Despiertas la luz en ella como si...
hubieran quitado mil años de silencio.
Hasta el perro se acerca y loco de alegría
corretea como un cachorro.
Todos mis reproches se fueron de pronto
y me queda esta sonrisa que tanto te gustaba.
Rafa Marín
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