Sentado en el café,
en la eterna mesa del fondo,
mirando como entran
y salen los jóvenes,
en grupos y parejas.
Cansado de esperarte,
salgo a la calle
y paseo por las aceras
húmedas de lluvia
e irisadas por la luz
de las farolas.
Me entretengo
frente a escaparates
de moda de mujer.
Llenos de maniquís
de ojos ciegos
y posturas imposibles.
Lucen faldas
que no levanta la brisa
y camisas que no huelen
ni primavera ni a sueños.
Mi reflejo sobre el cristal
me devuelve la mueca,
esa sonrisa que sólo tú conoces.
Rafa Marín
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