Bajo la bóveda de estrellas
el monte se recorta mágico.
Aquí, lejos de la ciudad
y sus fantasmas,
mi alma al fin encuentra la paz.
Una pequeña fogata que calienta
más al ánimo que al cuerpo.
Me lleva a imaginar otros tiempos.
Voy componiendo estos versos
que no hablan de ti y tu tormento.
Atrás van quedando las noches
de insomnio, de llanto amargo.
Ahora libre de tus caprichos
Junto al fuego voy amaneciendo.
Rafa Marín
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