Condenado al
silencio tengo en mi boca al verbo.
Sin nombrarte
voy por esta estrecha calle que es mi vida.
Donde el cielo
se llena de balcones y macetas,
que sólo dan
flores rojas y amarillas.
Y no permiten
que se asomen a mi vista las lunas llenas
que son tus ojos
y tu nombre que no digo,
como si fuese un
pecado amarte sin esperar
que las sombras
llenen mi cuarto.
Quisiera salir a
esta misma calle y gritarle
a todo el mundo
que tú eres esa diosa,
que cada noche
en mi cama llena de dicha mi cuerpo
y hace latir el
corazón en mi pecho.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario