Siempre mirando el mismo cielo,
que azul, no refleja en tus ojos
más que las nubes grises que lo empañan.
Te llegó su recuerdo...
cuando menos lo necesitabas.
Te sorprendió la sed de amor,
que de nunca saciarla casi no sentías.
Sabes que él se fue para no volver.
Y se llevo tu risa y el sabor de su piel.
Ahora mirando el azul de cielo
sientes que parte de él sigue dentro,
muy dentro de tu corazón.
Es una daga de ardiente hoja
que atraviesa tu pecho y deja una herida
de la que sólo mana dolor y resentimiento.
Rafa Marín
Bello...Rafa...
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