Me enseñó la vida,
que es mejor decir.
Que callar es otorgar.
Que los silencios matan.
Pero no aprendí...
y sigo aquí en tu silencio.
Que gracioso mi orgullo.
Todo el tiempo te tengo,
así colgada en mi mente
y yo sin decirte nada.
En la fría noche y callada.
En este cañaveral que mis ojos hiere.
No soy página, soy mano torpe.
Una voz que amor no habla.
Rafa Marín
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