La noche
calurosa de verano
me sacó de la
cama invitándome al paseo.
Caminaba distraído
por la playa,
salpicada de
cuando en cuando
por las pequeñas
fogatas.
Donde grupos de
jóvenes iluminan a su luz
sus deseos de
juegos y amor.
Te descubrí
sola,
sentada en
aquella pequeña toalla
y con los pies
descalzos.
Parecías tan
triste y desvalida,
que sentándome a
tu lado
quise saber cómo
te encontrabas.
Al levantar la
cabeza tus ojos llorosos reflejaron,
los miles de
estrellas
que aquella
noche el cielo cargaba.
Bastaron una
sonrisa y un café
para que acabásemos
la madrugada
entre las
sábanas de mi cama.
Me dormí apoyado
en tu regazo
y al despertar
sólo estaba
aquella pequeña
toalla sobre la que te sentabas.
Rafa Marín
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