De placeres se
llenó tu vida.
Musa, que por
tus besos todos cantaban.
Te llenaros de
regalos por un momento de amor
y tú zalamera
nunca dijiste qué no.
Todos excepto
él.
Siempre sentado
en el mismo rincón.
Siempre callado
y mirando a la nada.
Hoy despechada
te acercas a esa mesa
siempre en el rincón
donde se sentaba
y sin hablar nada
esperas lo que él haga.
Y así sin
decirte nada desplegó
el blanco bastón
que en un bolsillo guardaba.
Te sonrió y a la
vez que se marchaba recitaba
un poema de
amor. sobre un ciego
que nunca vio la
belleza del olor a mujer que amaba.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario