Pasó a ser tu colonial y vetusta belleza
un recuerdo sucio por el polvo del tiempo,
Cuando por tus largas calles atestadas de gente,
unos pocos uniformes urdían tramas inocentes.
Ahora la madurez de mis canas
me invita a una mirada
perdida en la modernidad.
Entre prisas y horarios a rajatabla,
sin concesiones al romanticismo
y todo enmarcado en el buen gusto
del dudoso traje azul siempre cruzado.
Tus trenes son escaparates
y no corre el aire fresco de la noche.
No hay adioses rápidos en la escalerilla,
ni besos furtivos en las plataformas.
Ahora sólo el ir y venir de gente controlada,
Sin mendigos locuaces del urbanismo,
Sin colonias ni bocadillos de andén.
Ya no hay romanticismo en tus señales.
Y como siempre todo pasa al otro tiempo.
Al otro sabor y al refrán en desuso.
Rafa Marín
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