Pasan las horas
en esta prisión que es mi sustento.
Son un ir y venir de gentes
marcadas por la vida
y el cruel vuelo del tiempo.
Unos vociferantes.
Los más callados y tristes.
Una chica de sonrisa partida
me mira y no dice nada, sólo calla.
Con la ropa revuelta y despeinada.
Finjo escribir para poder apartar la mirada
y mis ojos sólo buscan su cara.
Tan delgada y sucia.
Quisiera llevarla en brazos
y en mi lecho arroparla.
Salvar su mente de este mundo
que la hizo huir y poco a poco
darle esa paz que yo no siento.
Rafa Marín
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