Perdido,
buscando,
entre mis sueños
y anhelos,
los deseos
insatisfechos
de esta vida de
la que reniego
y que me lleva a
otros brazos.
Donde el
desconsuelo se amortigua
en manos del eterno
deseo.
Sin sentir el
olor de tu pelo
y las caricias
de estas manos
que un día me
salvaron del laberinto
que eran las
noches sin tu cuerpo.
Acunado por
susurros de esperanza
que se enfría
entre las nubes
dibujadas en las
noches de soledad.
Y así, escondido
en mi otro yo
voy despertando
unas pasiones
que no quiero y
que me obligan
a permanecer
siempre hablando.
Cuando lo que
quiero es callar
obligado por el
beso tus labios.
Rafa Marín
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