Te sorprendes mirando por la ventana
como él se marcha calle abajo.
Anoche, ya no esperabas nada
y de repente como un rayo surgió el encuentro.
Con una sonrisa cansada
y un "hola" te bastaron para despertar ese hambre
que de no saciarla casi habías olvidado.
No es nadie especial y sin embargo
su mirada limpia despertaron tus ojos.
Una copa, y luego otra más,
siempre entre risas y sin dejar de mirar
sus ojos que cada vez te atrapan más.
Sientes sus dedos que tímidos rozan tus manos
y te hablan de su deseo de conocer el fondo de tu ser.
Ahora mientras él camina calle abajo,
Tú sonríes desde la ventana.
A tu espalda los restos del fuego que os consumió,
entre el revoltijo de sábanas.
Ahora sabes que él siempre estará en aquel bar
en el que la noche os dio una oportunidad.
Rafa Marín
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