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domingo, 15 de diciembre de 2019

La justicia (relato corto)


Los muros fríos de estrechas saeteras lo miraban. No era más que un doliente cuerpo esperando a los lobos que lo iban a devorar. La luna se izó en el cielo, la escarcha cubrió su cuerpo, pero no lloró ni gritó cuando sintió los colmillos atrapando su carne. 

Tras las puertas la ciudad velaba, en silencio, quien iba a osar levantar la voz contra la justicia del rey.

En un oscuro y lóbrego aposento, una mujer en silencio lloraba, sabía que no había sido él.

Pasó la noche y despertó la mañana, relucientes los campos de hielo, de la tragedia ningún rastro dejaban. El rey, subió al camino de ronda, quería ver del ajusticiado que quedaba, era su ley y como gobernante quiso comprobar que se ejecutaba su palabra.

Allí, sobre la muralla almenada quedó quieto y demudado. Junto al reo una manada de lobos, descansaba, protegiendo al joven y dándole calor.

Poco a poco las gentes, ante el espectáculo, comenzaron a murmurar.

El rey, asustado ordenó a la guardia que mataran a los lobos y a aquel a quien él había condenado.

20 hombres, armados con ballestas, mato a reo y lobos, ante la protesta general.

La mujer salió de su encierro nocturno y enfrentándose a su marido el rey lo increpó.

- Has matado a un inocente, pues tú fuiste quien robó los tesoros de la iglesia. 

El rey la miró desdeñoso, hizo un gesto a un soldado y este, mató a la mujer de un espadazo.

El tumulto de las personas se elevó hasta lo alto de la muralla.

El rey, furioso, levantando las manos dijo:

- Esta es mi justicia, quien ose contradecirme, que dé un paso al frente.

Se hizo el silencio, los guardias apuntaron a la multitud y esta dio un paso atrás asustada.

Era la justicia del rey y nadie osaría protestar contra ella.



Fin

Rafa Marín 

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