La pequeña ramita tembló un instante, el
capullo que de ella colgaba se estremeció, una, dos, tres veces. Se agrietó y
poco a poco del interior fue saliendo la mariposa. Al principio, sólo era un
pequeño cuerpo alargado y una diminuta cabeza. Entonces comenzó el milagro. Se
empezaron a desplegar sus alas y a la vez iban tomando firmeza y color. Era una
mariposa hermosa, con un dibujo en sus alas espectacular, de colores metálicos
y una intrincada filigrana.
Tras cuatro horas, se sintió preparada y
empezó su nervioso vuelo.
Se posó sobre su primera flor, parecía que
esta la estaba esperando, una orquídea majestuosa, de un blanco puro y con su
estambre henchido de polen.
Desplegó su lengua y comenzó a
alimentarse, era ajena a cualquier otra cosa en primer instante.
De repente, sintió una sombra moverse
alrededor, se elevó en tenaz vuelo, pero no tuvo suerte, quedó atrapada en el
caza mariposas.
Con exquisita delicadeza, unas manos
diestras la liberaron de la red y la depositaron en una caja.
La mariposa se quejó de su suerte, y
cuando ya sólo esperaba morir, fue liberada en un invernadero.
- Aquí serás feliz, oyó decir al humano,
lejos de los predadores.
No pudo ser más feliz, a su alrededor,
cientos de mariposas revoloteaban de flor. Todas eran hermosas y todas parecían
felices.
Los días fueron pasando, creció y pronto
fue una magnífica mariposa, se sentía bien y confiada, vio venir al humano y
desplegó toda su belleza agradecida. Este, alargó la mano y la mariposa al
percibir el gesto, se posó en uno de sus dedos.
Los ojos llenos de alegría de su
benefactor, la hicieron feliz.
De pronto, sintió un dolor agudo, nada
más.
Con sumo cuidado, el entomólogo, tras
atravesar el tórax de la desdichada mariposa con un alfiler, primero la clavó a
un corcho, luego la roció con laca y después la enmarcó.
Era su más valioso ejemplar.
Fin
Rafa Marín
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