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lunes, 9 de diciembre de 2019

El viajero (relato corto)



Miraba al horizonte con una sonrisa perdida, como miran los niños por la ventana los días de lluvia.



Siempre quiso saber de allende los mares, pero perdió la edad trabajando la tierra, que siempre fue parca y miserable. Ahora, liberado del yugo y a veces muy cansado, rondaba la playa cada amanecer.



Quería saber de monstruos y sirenas, de piratas y por qué no, de trinquetes, cofas y galernas. Suspiró, había llegado tarde.



A lo lejos vio como una vela blanca se acercaba, con la parsimonia de las olas en un mar en calma, lenta, pero constante. 



- ¿Quién gobernará el timón? Pensó mientras volvía a sonreír.



Se sintió cansado y decidió volver, pero el banco al sol lo invitó.



- Será sólo un instante, dijo para sí.



Con paso torpe pero calculado se dirigió hasta él, se sentó y cerró los ojos.



En ese momento oyó la voz.



- Hey viejo, ¿no quieres venir?



Levantó la vista y la miró, entre incrédulo y satisfecho. Alta, guapa e irresistiblemente apetecible y, le tendía la mano.



Se puso en pie y dejándose ayudar, subió al bote que lo llevaba al velero.



No preguntó, no hacía ninguna falta. Comenzaba un gran viaje y no iba a buscar ninguna excusa. Ya imaginaba las olas rugiendo en la quilla y los delfines como una guardia de honor jugando a los costados.



La noche llegó y un par de marineros se acercaron a aquel banco, donde un viejo se recostada con los ojos cerrados.



Al poco de dar la alerta, llegó la ambulancia. No había nada que hacer, llevaba varias horas muerto.



- Al menos parecía feliz, comentó un policía al cerrar la trasera de la ambulancia.



- Si, contesto su compañero, como si estuviera a punto de iniciar un gran viaje.







Fin



Rafa Marín 



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