Si acaso otra vez,
mis pies descalzos tocaran al mar.
¿Recibiré sin querer su abrazo?
¡Oh!
Venturosa dicha de los llanos,
tierra siempre sin regar.
Cajón hondo cuando es páramo,
desconsuelo que os llegará.
Azotada por los vientos,
mi voz mañana cesará
y quizás se alcen duros,
ayes y puros lamentos.
Pregonad hoy esta dicha,
que es del poeta su voz.
Sinceros nacen sus versos,
cristal más puro no halló,
sino esta palabra sin pecho,
melodía que se le acabó.
Rafa Marín
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