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miércoles, 18 de diciembre de 2019

La gota que colmó la paciencia (relato corto)


Llaman a la puerta, y el anciano, a la vez que grita: ¡Va! Se dirige cojeando hasta la entrada de su casa.

Al abrir, en jovenzuelo de mirada descarada, le espeta.

- ¿No ha visto el cartel?

El hombre le contesta.

- Si, lo leí ayer, ¿pasa algo?

- Que estamos trabajando y cae una gota.

- Pues no he usado el agua, responde cansino el viejo.

El jovenzuelo, se ofrece a revisar la mochila de la cisterna.

- Por si pierde, ha comentado, intentando entrar.

El anciano le corta el paso y cierra con un:

- Ya cierro la llave de la cisterna.

No ha pasado ni una hora, cuando el jovenzuelo, vuelve a llamar.

Esta vez, el anciano no abre, sino que a través de la puerta cerrada, le dice que ya ha cerrado la llave de la cisterna, que él no está usando el agua, y que deje de molestar.

- Pregunte a la vecina, a ver si es ella.

- ¡Joder! Con el viejo de las narices, oye mientras se aleja de la entrada.

Al cabo de un rato, se vuelves a oír golpes en la puerta. El viejo, esta vez no se molesta en acercarse. Sólo evidencia un gesto de cansancio y sigue con lo suyo.

Los golpes habían cesado, pero no por mucho tiempo, al poco se recrudecieron. Hasta se oyó, que alguien reclamaba que se abriera paso a la ley.

Los golpes fueron aumentando, hasta que al final, la puerta cedió.

El primero de los agentes de policía que atravesó el umbral de la vivienda, recibió un disparo en la cabeza.

Todos recularon y el anciano, rifle en mano, se acercó a la entrada. Volvió a cerrar la puerta y la atrancó con un mueble, él cual tumbó sobre ella.

Las llamadas de la policía por megáfono, los gases lacrimógenos, las amenazas, nada sirvió. Al final, un operativo especial de la policía, tomó al asalto la vivienda y el pobre viejo fue abatido.

En la calle, el jovenzuelo sonriente, alardeaba de haber sido el que avisó a las fuerzas del orden.

- Todo por no querer cerrar la llave de la cisterna. Decía...

- La reparación del bajante, era solo cuestión de una hora.

Entonces, acercándose, una mujer preguntó.

- ¿Quiere decir, que el pobre viejo se negó a cerrar el agua de la cisterna?

- Si, respondió el joven, ¿se imagina la estupidez?

La mujer, asombrada y llorando dijo.

- Han matado al hombre por una gotera de la cisterna.

Un periodista, interviniendo, dijo.

- No, lo abatió la policía, porque éste disparó al agente que iba a cerrar la cisterna.

La mujer, mirando al sujeto le espetó a la cara.

- Esa vivienda no tenía agua, le fue cortada hace unos meses por falta de pago.



Fin

Rafa Marín 


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