A tus ojos marinos,
acuarelas sin igual,
sueños de mi condena,
que no miran al mar.
A tus labios amapola,
a tu pecho de verdad.
Estas parcas letras,
frágiles como cristal.
La sangre que me condena,
serte amante sin llegar,
a tu piel en un instante,
para ahí poderme quedar.
Rafa Marín
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