De entre las brumas oscuras,
de este tardío amanecer,
surgen las conciencias sin cura,
que nadie verá arder.
Son la hipocresía sin dudas,
la envidia sin placer
y esta cotidiana hambruna,
por no querer nunca leer.
Pistoleros de fácil gatillo,
mercenarios sin piedad
y sin nada de prestigio.
Así que si me apuran, haré,
de mi boca el martillo;
que sea yunque la verdad.
Todos aquí vamos de listos,
hasta quienes nada tienen que contar.
Loas al desequilibrio,
a la más fea falsedad.
Cada cual seguirá con su libro,
páginas vacías,
sin que nada las pueda llenar.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario